La leyenda de la monja en la catedral de Durango tiene su origen por el año de 1867 durante la intervención francesa en México.
Una monja de nombre Beatriz, quien vivía en un pequeño convento a las afueras del Estado de Durango se enamoró de un soldado francés, cuyo cuartel militar estaba cerca del lugar. Todos los días y a la misma hora el joven soldado pasaba en compañía de su tropa por la avenida principal frente al convento y Beatriz siempre lo veía desde una ventana de su dormitorio. Lo que sucedió unos días después dejaría marcada una leyenda de horror que prevalece entre las leyendas del Estado hasta nuestros días.
Un día el soldado de nombre Fernando llegó a las puertas del convento pidiendo ayuda, ya que el Ejército Mexicano los habían buscado y entre el intercambio de disparos salió herido. En ese momento la monja al ver la desesperada situación del combatiente francés decidió darle asilo por un par de días mientras recuperaba su estado de salud en medio de la batalla.
Así transcurrieron varios días y Beatriz y Fernando se fueron enamorando uno del otro poco a poco. Tiempo después el soldado tuvo que retirarse ya que era el fin de la consumación de la Intervención francesa, no sin antes despedirse tristemente de su amada.
El soldado francés le prometió a Beatriz que regresaría algún día, mientras tanto, los soldados mexicanos buscaron a los pocos franceses que trataban de esconderse o salir del país.
El ejército logró hallar una tropa y fusilaron a todos, incluyendo a Fernando, pero Beatriz no sabía que había sucedido con su enamorado, porque ya habían pasado meses desde su partida y había confiado ciegamente en la promesa del joven soldado francés.
En ningún momento ella perdió las esperanzas y todos los días iba hasta el campanario de la catedral del pueblo a esperar el regreso de Fernando. Esto sucedió durante varias semanas, hasta que lamentablemente ocurrió una tragedia, la cual dejó un horrible eco hasta el día de hoy en ese estado.
Una mañana mientras el sacerdote abría la puerta principal del templo religioso, se percató del cuerpo de una mujer que yacía sin vida con todo su ser completamente destrozado; al parecer había caído desde el campanario desde una altura de más de 30 metros. Días después se descubrió la identidad de la víctima: era Beatriz, quien, esperando de forma desesperada a su enamorado Fernando, resbaló de lo más alto del campanario y cayó.
Algunos piensan que este terrible accidente se originó como castigo de Dios debido a que la monja tenía prohibido enamorarse, otros, aseguran que al enterarse de la muerte de su amado fue engañada por el diablo, quien la convenció de quitarse la vida para reunirse con su enamorado.
Luego de este trágico suceso, los duranguenses que caminan por afuera de la catedral, aseguran ver todas las noches la silueta de una mujer en el campanario; otros aseguran haberla visto de frente en las carreteras llorando y en búsqueda de su amado.
IML