Cuenta la leyenda que... Una pequeña familia de tres personas, entre ellas una pareja y su pequeño hijo, salió una mañana para trasladarse con algunos parientes cercanos, mientras viajaban para visitar a un familiar enfermo, se toparon con una gran curva que provocó que perdieran el control del auto, y como resultado, todos salieron disparados a gran velocidad y se estrellaron contra un enorme árbol. Debido a la fuerza del impacto, el auto quedó partido por la mitad y todos los miembros de la familia perdieron la vida al instante.
Accidentes como este hay muchos, y, aunque también hay historias trágicas en todas partes, esta no termina aquí.
Después de este suceso, por alguna razón que nunca se confirmó, el cuerpo del niño fue sepultado en un cementerio distinto al de sus padres.
Sin duda, quienes tomaron esta decisión nunca pensaron que esto traería graves consecuencias; ya que, a partir de entonces, múltiples visitantes del cementerio comenzaron a reportar hechos paranormales, y varios de ellos afirmaban que en los pasillos se podía observar el fantasma de un niño, el cual los observaba y seguía a todas partes.
Sin embargo, al parecer todos hicieron caso omiso a estas advertencias, pues, una noche, cuando uno de los veladores se encontraba haciendo un rondín, se percató de que una sombra comenzó a salir de la tumba del pequeño. Algunos dicen que el niño lo siguió y no pudo escapar, y que lo arrastró al más allá, pues nunca más se le volvió a ver.
Hasta el día de hoy, las personas de los alrededores cuentan que el fantasma del niño se aparece por las noches en el cementerio, y creen que sólo es cuestión de tiempo para que vuelva a desaparecer alguna persona que corra con la mala suerte de verlo en la noche, pues seguirá vagando entre las tumbas buscando a sus padres y nunca podrá descansar en paz.