Por qué se ponen luces rojas y amarillas en el árbol de Navidad

Edward Hibberd Johnson creó el primer árbol de Navidad iluminado eléctricamente; conoce el origen de los colores tradicionales de las luces.

Árbol de Navidad | Archivo
Ciudad de México /

En la víspera de la temporada navideña, los hogares de todo el mundo se iluminan con la característica mezcla de luces rojas y amarillas adornando los pinos de Navidad. Esta práctica, que se ha convertido en una tradición arraigada, tiene sus raíces en una mezcla de simbolismo cultural y evolución histórica.

Históricamente, las luces en el árbol de Navidad han sido un símbolo de la luz en medio de la oscuridad. En la antigüedad, se solían utilizar velas reales para iluminar los árboles, representando la luz que, según la tradición cristiana, llegó al mundo con el nacimiento de Jesucristo. Sin embargo, con el tiempo, estas velas fueron reemplazadas por luces eléctricas, una opción más segura y duradera.

La elección de colores específicos, como el rojo y el amarillo, tiene sus propias connotaciones. El rojo simboliza la pasión, el amor y, en el contexto navideño, la sangre de Cristo. Por otro lado, el amarillo representa la luz, la esperanza y la alegría que trae consigo la temporada festiva.

La tradición de decorar árboles de Navidad se popularizó durante el siglo XIX en Alemania, extendiéndose luego por Europa y América del Norte. Fue en este período cuando las luces eléctricas comenzaron a reemplazar las velas, permitiendo una mayor versatilidad en la elección de colores.

La adopción masiva de luces rojas y amarillas en el árbol de Navidad también puede estar relacionada con la estética tradicional y la nostalgia asociada con estos tonos cálidos. A lo largo de las décadas, las familias han continuado la costumbre, transmitiéndola de generación en generación.

Primer árbol de Navidad con luces artificiales

Edward H. Johnson, inventor americano asociado a Thomas Edison, introdujo al mundo el primer árbol navideño decorado con 80 diminutas luces rojas y amarillas en Manhattan. Esta innovadora propuesta generó un impacto significativo en la sociedad, dando lugar a la comercialización de guirnaldas de colores y bombillas navideñas en todo Estados Unidos. Incluso el presidente de la época, Grover Cleveland, adornó la Casa Blanca siguiendo esta nueva tendencia.

La elección de luces rojas y amarillas en el árbol de Navidad fusiona simbolismo histórico y cultural con la estética festiva: Cada destello de luz enciende la temporada navideña con un resplandor que trasciende el tiempo y las fronteras, un recordatorio de la luz que brilla en la oscuridad y la esperanza que trae consigo la celebración de la Navidad.


Sgg.

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