Gracias a los avances de la IA ahora será posible, detectar olores gracias a una nariz artificial.
Así como lo lees, la empresa Microsoft ha sido la encargada de desarrollar una nariz capaz de detectar, por ejemplo, cuando una masa de pan está en el momento óptimo para ser horneada o cuándo la comida está en mal estado.
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Esto con el objetivo de introducir este avance tecnológico para facilitar el mundo culinario, pues su creador Benjamin Cabé ha decidido construir una pequeña máquina que con la ayuda de un microcontrolador, unos sensores de gas y un ventilador que ayuda a dirigir los olores hacia ellos, recoge los datos necesarios para entrenar a un modelo de código abierto de IA con el fin de que reconozca las moléculas de gas que indican que la masa ha fermentado debidamente y ya está lista.
“Hace tiempo, en mayo de 2020, como muchas otras personas, pasé muchas horas intentando perfeccionar mi receta de pan e, incluso, intentando determinar cuándo mi masa madre estaba en condiciones ideales para poder hornear las baguettes perfectas”, dice Cabé.
“La Nariz Artificial usa una red neural para correlacionar las concentraciones de gases en el aire en categorías de olores. Cuando se conecta a una plataforma IoT, la nariz puede usarse para distintas cosas: puede ayudar a diseñar un sistema de alertas en tiempo real para saber cuándo un alimento se ha echado a perder”, explican desde Microsoft.
Los sensores de la Nariz Artificial pueden detectar concentraciones de monóxido de carbono, distintas partículas volátiles orgánicas, entre otros, que la harían capaz de saber, por ejemplo, si aquello que se le pone delante es una taza de café.
Tal y como la nariz humana, debe estar conectada con un cerebro o ordenador donde se almacenan los datos. Así es como se podrá relacionar un cierto porcentaje de partículas en el aire con un olor determinado.
Sobre los usos de la Nariz Artificial, dice lo siguiente: “se puede usar para una gran variedad de tareas, desde ayudar a las personas que padecen anosmia hasta para detectar el olor de comida que se está quemando, de leche que se ha puesto agria o de controlar la limpieza de edificios de oficinas”.
El autor de Aromas del Mundo (Debate, 2021), Harold McGee, cree que las narices artificiales están “en una etapa temprano de desarrollo”. Para él, su objetivo es “desarrollar sensores que cubran el gran abanico de estructuras que podemos oler, entrenar al sistema de la IA a identificar, no solo las estructuras individuales, pero también las mezclas que todos los olores contienen, y luego correlacionarlas con sensaciones humanas”.
McGee cree que los usos más inmediatos en el tiempo de la nariz IA serán los de detectar problemas en la cocina.
Preguntado por la Nariz Artificial, François Chartier lo tiene claro: “de momento, la nariz humana sigue siendo la referencia. La experiencia humana alcanza un nivel de detalle que incluye la propia cultura de cada individuo, así como su sentido innato, sus conocimientos aprendidos y la interpretación propia de su entorno”.
No obstante, ve lógico acoplar una nariz electrónica a la IA para dotar de un sentido más agudo a los sensores de moléculas aromáticas. “Pero, de momento, la IA no tiene los sentidos que tienen los humanos. Es decir, las emociones ligadas a nuestros sentimientos, el placer ligado al olfato, incluso la afectividad generada por los recuerdos que provocan ciertos aromas. Aunque, ¿quién sabe qué nos depara el futuro próximo?”.
Chartier opina que es posible ver este tipo de tecnología en establecimientos de comida rápida y en restaurantes de centros sanitarios. “En el sector de la alta restauración gastronómica tardará más, ya que los chefs y sumilleres ya tienen capacidades organolépticas inmensamente más complejas y completas que las narices electrónicas que hay actualmente en el mercado, con o sin IA”.
MKHC