ESPECIAL.- Carmelito Marcelo, quien era profesor en el colegio Mabalacat City en Filipinas tenía una mascota llamada Buboy, era un perro callejero de Manila de quien se había encariñado, por lo que lo comenzó a cuidar.
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Buboy aparecía en la escuela todos los días y se acostaba en los pies del profesor Marcelo.
Un día, Marcelo sufrió un derrame cerebral y fue llevado a un hospital donde estuvo en cuidados intensivos durante quince días antes de fallecer el 18 de mayo de 2019.
Durante estos días, una de las compañeras del profesor Marcelo, Kristina Demaféliz notó que Buboy aparecía en la sala de profesores, rascaba la puerta y espera a Carmelito.
Tras varios días de ver la misma escena, Kristina llevó a Buboy al funeral de su dueño.
Las personas que se encontraban en la ceremonia levantaban al perro para que viera a Marcelo y él miraba fijamente el ataúd, negándose a bajar las patas y a irse.
Minutos después se sentó abajo del ataúd donde tenía algunos alimentos.
Kristina le prometió a Marcelo que cuidaría de su mascota y se aseguraría que pudiera permanecer en la escuela.
El 22 de mayo, Kristina publicó en sus redes sociales que Buboy se encuentra bien y lo han dejado quedarse en la escuela.
MC
ESPECIAL.- Carmelito Marcelo, quien era profesor en el colegio Mabalacat City en Filipinas tenía una mascota llamada Buboy, era un perro callejero de Manila de quien se había encariñado, por lo que lo comenzó a cuidar.
Buboy aparecía en la escuela todos los días y se acostaba en los pies del profesor Marcelo.
Un día, Marcelo sufrió un derrame cerebral y fue llevado a un hospital donde estuvo en cuidados intensivos durante quince días antes de fallecer el 18 de mayo de 2019.
Durante estos días, una de las compañeras del profesor Marcelo, Kristina Demaféliz notó que Buboy aparecía en la sala de profesores, rascaba la puerta y espera a Carmelito.
Tras varios días de ver la misma escena, Kristina llevó a Buboy al funeral de su dueño.
Las personas que se encontraban en la ceremonia levantaban al perro para que viera a Marcelo y él miraba fijamente el ataúd, negándose a bajar las patas y a irse.
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