MADRID. - Emile Ratelband empieza la conversación con una sentencia: "Estoy totalmente cuerdo. No tengo síndrome de Peter Pan y lo dicen los informes psicológicos. Mi edad me discrimina y tengo derecho a cambiarla".
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Este gurú un tanto mediático en Holanda va muy en serio con su caso, quiere ligar más en Tinder, pedir una hipoteca a 30 años y encontrar el trabajo de sus sueños, sin cargar con las limitaciones prácticas de sus 69 años.
"El mundo ya no es el mismo que el de nuestros padres. Ahora la gente se puede cambiar de sexo si no se siente cómoda en su cuerpo. ¿Por qué no me voy a poder poner la edad que yo creo que tengo, tanto física como psicológicamente? Solo hay que verme", se preguntó Emile, ya pensionado para el sistema social.
Repite lo mismo que le dijo a los tres jueces que llevan su caso y que, según él, "al principio se reían como niños pequeños" sobre su petición.
El tribunal de Arnhem no tiene intención de pronunciarse sobre este caso peculiar y sin precedentes, pero el protagonista de la historia ya tiene planes de futuro para un adulto de 40-45 años (edad que él mismo se echa). "Me quiero volver a casar, volver a tener hijos, comprar una casa, un coche, tener el trabajo de mis sueños y vivir la vida sin barreras de la edad", asegura.
Ahora dice que se siente "discriminado y rechazado allá donde va", especialmente en la aplicación de citas Tinder.
"Nadie acepta una cita con un hombre de 69 años, en cambio miento y pongo 49, y es todo un triunfo", explica.
Se siente atractivo, por lo que dice en la conversación, y se define como el prototipo físico de un hombre en sus cuarenta y pocos. En la flor de la vida, y no como lo define el sistema social. Quiere cambiar su fecha de nacimiento, mínimo 20 años, si son 30 menos, mejor.
"No quiero mentir para evitar todas las restricciones prácticas con las que se encuentra una persona" en sus casi setenta años de edad.
Se siente "insultado" porque está recibiendo ya la pensión por jubilación que ofrece el Estado holandés y no entiende que las empresas ya no le quieran contratar solo por un número que pone en su DNI.
Para él, cambiar de edad es una cuestión de "responsabilidad sobre uno mismo" y de "identidad" real.
"Cuando entré al juzgado el primer día, los tres jueces se estaban riendo de mí, pero cuando les dije toda mi historia y mi punto de vista sobre la situación, cambiaron de cara y me dieron la razón. Me dijeron que soy inteligente y que conozco las consecuencias de lo que estoy pidiendo", confesó este gurú, que augura cambios en su DNI. Cambios que rozan lo imposible para los magistrados que dictarán sentencia.
NH