La redes sociales revolucionaron la manera en la que las personas nos comunicamos y con la llegada de WhatsApp surgieron miles de nuevos códigos que se infiltraron en el habla escrita cotidiana, por lo que aunque parezca muy saludable, elementos como el emoji del durazno, no precisamente representan a la fruta.
De acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) los emojis se incorporaron al lenguaje cotidiano como un apoyo para expresar emociones, sentimientos o circunstancias.
Los emojis vinieron a revolucionar el método que tenemos los seres humanos para escribir mensajes cortos y rápidos, su comprensión, adaptación y utilización ayudan a comunicar mensajes de forma rápida, logrando explicar una emoción con solo un clic.
El nombre de estos símbolos está compuesto de un signo japonés equivalente a nuestra “e” y moji cuyo significado es letra. En español su pronunciación es ‘emoyi’ y su concepto está basado en la versión japonesa de emoticón que a su vez deriva del inglés, que significa emoción, e “icon” que significa ícono, símbolo o representación gráfica.
Una vez entendido esto se debe aclarar que los emojis pasaron por una adaptación similar a las que tienen las palabras en el habla cotidiana, cuando una nueva palabra se inserta en nuestro idioma, tiene un significado concreto, pero con el uso, ese significado se amplía y varía de tal forma que los significados literales de los emojis no siempre corresponden con en los que el usuario les da.
Entonces el emoji de durazno que es el objeto de esta nota, tras su uso y distribución ha alcanzado una connotación sexual que representa el trasero humano, en específico el de las mujeres.
La intención que carga este emoji varía dependiendo del contexto en el que se usa, por ejemplo cuando alguien lo usa para hablar en el gimnasio, tal vez se refiere a que está ejercitando los glúteos, mientras que si el mensaje es entre una pareja de novios puede significar algo más.
ERV