El adolescente de 17 años que no durmió por 11 días... Estas fueron las consecuencias

Randy Gardner realizó una investigación con el objetivo de conocer los efectos de la privación extrema del sueño en las capacidades cognitivas y el rendimiento humano

Al tercer día Gardner comenzó a experimentar cambios de humor, pérdida de memoria a corto plazo y problemas de concentración
Ciudad de México /

En enero de 1964, un adolescente de 17 años llamado Randy Gardner se embarcó en un audaz experimento que capturaría la atención del mundo, su objetivo era investigar los efectos de la privación extrema del sueño en las capacidades cognitivas y el rendimiento humano. Empleando solo dos reglas sencillas: no dormir y no utilizar estimulantes artificiales, Gardner se propuso permanecer despierto durante 11 días y 25 minutos, es decir, 264 horas. 

El experimento fue supervisado por dos expertos reconocidos: el Dr. William C. Dement, de la Universidad de Stanford, y el teniente comandante John J. Ross, de la Unidad de Investigación Médica Neuropsiquiátrica de la Marina de los EE. UU. Cada seis horas, los investigadores evaluaban el estado mental de Gardner, quien al principio se mostraba optimista y lleno de energía. Durante los primeros días, participó en actividades recreativas como el boliche y el baloncesto, lo que le permitió mantener el ánimo mientras la fatiga comenzaba a asomarse.

Sin embargo, al tercer día, los efectos de la privación de sueño se hicieron evidentes. Gardner comenzó a experimentar cambios de humor, pérdida de memoria a corto plazo y problemas de concentración. Sus amigos, quienes inicialmente estaban emocionados por el experimento, empezaron a mostrar preocupación por su bienestar físico y mental.

¿Cuáles fueron las consecuencias para Randy Gardner?

A medida que avanzaba el experimento, especialmente durante los días intermedios del cuarto al séptimo, Gardner se enfrentó a desafíos cada vez más serios donde empezó a experimentar alucinaciones y delirios, su coordinación física se deterioró, y las tareas que antes realizaba con facilidad se volvieron casi imposibles. Los cambios en sus sentidos también fueron alarmantes; comenzó a rechazar olores que anteriormente le parecían agradables, lo que intensificó su malestar general.


En los últimos días del experimento, su capacidad cognitiva se vio gravemente afectada; incluso las tareas más simples se volvieron un desafío monumental. En el último día, cuando se le pidió que restara siete de 100, titubeó y olvidó el ejercicio, un claro indicativo de la fatiga extrema que sufría. Su habla se volvió incoherente, reflejando la sobrecarga cognitiva y el daño causado por la falta de sueño. Cada movimiento se convirtió en un esfuerzo monumental, y su cuerpo mostraba signos de agotamiento severo.


Al terminar su investigación de privación del sueño, Gardner supuestamente durmió durante 14 horas y 46 minutos. Posteriormente, fue puesto bajo observación para evaluar su recuperación, donde se monitorearon sus ondas cerebrales, frecuencia cardíaca y otros parámetros vitales. Este experimento, que lo llevó a ser incluido en el Libro Guinness de los Récords, se considera uno de los casos más rigurosamente documentados de privación del sueño. Sin embargo, debido a preocupaciones sobre la salud y la seguridad, Guinness dejó de monitorear tales intentos.


Este notable experimento plantea interrogantes sobre la importancia del sueño en nuestras vidas. La falta de sueño, incluso en cantidades pequeñas, puede debilitar el sistema inmunológico, afectar la memoria y alterar la toma de decisiones. A lo largo de su experiencia, Randy Gardner se convirtió en un símbolo de los riesgos de ignorar las necesidades básicas del cuerpo humano. Su historia nos recuerda que el sueño no es solo un lujo, sino una necesidad fundamental para el bienestar físico y mental. Priorizar el sueño es esencial para mantener un buen estado de salud y mejorar nuestro rendimiento diario.

​D.G


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