Un estudio reciente publicado en la revista Plos One ha revelado que permanecer sentado durante ocho o más horas al día aumenta significativamente el índice de masa corporal (IMC) y los niveles de colesterol, incluso en personas físicamente activas.
Los hallazgos destacan el impacto del sedentarismo prolongado en el desarrollo de enfermedades cardíacas y obesidad, subrayando la necesidad de prestar atención a los hábitos diarios.
Ryan Bruellman, investigador principal de la Universidad de California en Riverside, señaló: “Aunque una dieta poco saludable y el tabaquismo desempeñan un papel importante en el aumento del IMC, vimos que las sesiones de sedentarismo prolongadas suponen un salto de un punto en el IMC de una persona joven respecto a quienes solo están sentadas unas pocas horas al día”.
El estudio, que incluyó a más de mil hombres y mujeres de Colorado con una edad promedio de 33 años, encontró que los treintañeros que permanecían sentados más de ocho horas al día pasaban de tener niveles de colesterol saludables a niveles de riesgo más elevados.
Bruellman añadió: “La gente no suele pensar en cuánto tiempo pasa sentada, especialmente cuando tiene entre 20 y 30 años, pero es importante”.
Los participantes informaron sobre el tiempo que pasaban sentados en diversas actividades, como el trabajo, el ocio y los desplazamientos. También detallaron la actividad física que realizaban, clasificada como moderada (permitiendo conversación) o vigorosa (que deja sin aliento).
Los investigadores midieron sus niveles de colesterol e IMC, encontrando una relación directa entre el tiempo sentado y el deterioro de estos indicadores de salud.
¿Cuáles son los beneficios de las pausas activas en el trabajo?
Los expertos destacan que realizar pausas activas durante la jornada laboral puede contrarrestar los efectos negativos del sedentarismo. Estas pausas consisten en realizar breves actividades físicas, como estiramientos, caminatas de pocos minutos o ejercicios simples, cada 30-60 minutos.
Entre los beneficios de las pausas activas se encuentran:
- Mejoría en la circulación sanguínea: ayuda a prevenir problemas como coágulos y piernas hinchadas.
- Reducción del estrés: los movimientos físicos liberan endorfinas, mejorando el estado de ánimo.
- Prevención de enfermedades metabólicas: se reduce el riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares al regular los niveles de glucosa y colesterol.
- Incremento de la productividad: pequeñas interrupciones para moverse mejoran la concentración y la energía.
Incorporar estos hábitos puede marcar la diferencia en la salud a largo plazo. Aunque mantenerse físicamente activo es crucial, este estudio evidencia que minimizar el tiempo sentado también debe ser una prioridad para preservar el bienestar general.