El asesinato de Mara Fernanda Castilla revivió un sentimiento de indignación que se ha vuelto costumbre en México. En redes sociales, la irritación cobró forma de hashtag: #SiMeMatan.
La etiqueta resurgió cuando alguien rescató un tuit de la propia Mara. El 5 de mayo se había unido a la campaña que denunciaba la forma en que la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México manejó la muerte de Lesvy Osorio —cuyo cuerpo fue hallado en Ciudad Universitaria— , al priorizar información considerada irrelevante para la resolución del caso. No era estudiante, debía materias, se drogaba y bebía alcohol, dijo la PGJ.
Con Mara, otros cientos de mujeres y hombres se sumaron a esa forma de la impotencia, cuyo propósito era no sólo protestar por la insensibilidad de las instituciones y los medios, sino exhibir que no existen condiciones de seguridad para las mujeres en este país. Y quizá así, visibilizar la gravedad del problema.
Sí, es un hashtag que deberíamos dejar de usar, porque en un país donde la seguridad de sus habitantes estuviera garantizada, donde las mujeres no tuvieran pavor de salir a las calles, donde la misoginia no fuera más que una abstracción —y no una dolorosa realidad—, donde una persona pudiera ser libre, sería innecesario recurrir a ello.
Pero no podemos, mientras pensamientos como los que se expresan en estos tuits no sean erradicados:
¿Por qué una persona tendría siquiera que pensar en la posibilidad de que alguien atente contra su vida? ¿Por qué una mujer tendría que vaticinar las razones de su asesinato? ¿Por qué las mujeres mexicanas sienten que nacer en México es sinónimo del miedo?
Eso, lamentablemente, es el México de hoy. Cuando una mujer pueda salir a la calle sin sentirse, ni por un breve instante, vulnerable o insegura, cuando la paranoia no domine cada trayecto que emprenda por las calles, usar hashtags como #SiMeMatan ya no será necesario.
Mientras tanto, escuchemos a las mujeres que temen por su vida. Y hagamos algo para que dejen de sentirse así.