Lo que se perfilaba como el evento familiar más espectacular de la temporada en Panamá se transformó, de la noche a la mañana, en un escándalo de proporciones internacionales.
Bajo el nombre de Snowland, los organizadores prometieron una experiencia inmersiva sin precedentes que transportaría a los asistentes directamente a las cumbres del Himalaya.
La propuesta era ambiciosa: garantizaban un clima gélido, nieve real y la posibilidad de esquiar en plena zona tropical. Sin embargo, la realidad fue una bofetada de calor, cartón y precariedad que ya es tendencia mundial.
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La trampa de la Inteligencia Artificial
El engaño comenzó en las plataformas digitales, donde se utilizó publicidad diseñada con Inteligencia Artificial para fabricar expectativas irreales.
Los anuncios mostraban imágenes cinematográficas de bodegas majestuosas con árboles de Navidad de escala monumental, mercados navideños con la estética de "Villa Quién" y familias luciendo chamarras pesadas mientras hacían angelitos en nieve virgen.
Por una entrada de 45 dólares por persona —un precio considerablemente alto—, el boleto prometía un paquete "todo incluido": pistas de esquí, juegos inflables, patinaje sobre hielo y acceso a exclusivos cuartos de nieve.
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Una realidad de cartón y plástico: Exponen el lugar en redes sociales
Al cruzar la puerta, la ilusión se desmoronó instantáneamente. Los testimonios y videos que inundan TikTok muestran una escena desoladora que distaba mucho de lo pagado.
En lugar de una atmósfera invernal, los visitantes se toparon con una bodega forrada con lonas azules de plástico para simular el cielo; este material, lejos de ambientar, atrapó el sol de Panamá, generando un "calor infernal" dentro de las instalaciones.
La ingeniería del lugar rozaba lo ridículo: el prometido tobogán de esquí resultó ser una estructura de cajas de cartón apiladas cubiertas con un material blanco básico para facilitar el deslizamiento. La pista de patinaje sobre hielo simplemente NO existía y el esperado bosque navideño se redujo a un solo árbol pequeño y mal decorado.
La indignación colectiva y el revuelo en redes sociales obligaron a las autoridades a actuar de oficio. La ACODECO (Autoridad de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia) intervino rápidamente para clausurar el evento tras constatar el flagrante incumplimiento de contrato y la publicidad engañosa.
Ante la magnitud del escándalo y la presión legal, los reportes indican que los organizadores han anunciado que devolverán el dinero a todos los afectados. Este caso queda como un hito de las estafas modernas, donde la tecnología fue utilizada para vender un sueño que terminó siendo una pesadilla logística de cartón.
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