Fundada en territorio de montañas y barrancas profundas Guanajuato lleva en sus entrañas más de nueve kilómetros de calles subterráneas conocidas como túneles, obras arquitectónicas utilizadas para conectar la ciudad. Su origen data de la necesidad de la población de protegerse de las constantes inundaciones del Río Guanajuato.
Los primeros antecedentes corresponden a lo que hoy se conoce como calle subterránea Miguel Hidalgo, donde los habitantes comenzaron a elevar las paredes que rodeaban el rio, dando lugar a la estructura base de lo que posteriormente serían los túneles, explica Eduardo Vidaurri cronista de la capital.
Es a raíz de la elevación de los muros, que surge la idea de aprovechar el espacio por encima del Río, tomando en cuenta que diversas propiedades quedaron partidas por la mitad, optaron por construir estructuras a modo de bóvedas sobrevolándolo.
La bóveda del antiguo Mesón de San Antonio, que hoy corresponde a las oficinas del área de extensión cultural de la universidad de Guanajuato, fue la primera que se construyó ante el rio, posteriormente otros comenzaron a imitarla, dada su practicidad.
En septiembre de 1964 la calle Subterránea Miguel Hidalgo fue inaugurada, convirtiéndose en uno de los atractivos turísticos más importantes de la ciudad capital por ser una calle única en el mundo con una longitud de 4 kilómetros con 200 metros de largo.
Fue hasta 1979 que se inició la construcción de los túneles secundarios que servirían para aliviar el tráfico vehicular en la ciudad y que poco a poco se fueron sumando a la estructura central con la que hoy suman poco más de 9 kilómetros
Los túneles de la capital no solo son vías de comunicación, son obras de ingeniera llevada a cabo por expertos mineros de la ciudad, su trabajo requiere un nivel de precisión que no dañe las estructuras ya existentes, el tiempo utilizado para su construcción varía dependiendo de la cantidad de recursos y personal utilizado, un dato curioso es que a propósito se deja el acabado natural de la piedra expuesta, para darles ese toque colonial que los caracteriza.