Josefa González-Blanco Ortiz-Mena —futura secretaria federal de Medio Ambiente— provocó turbulencias en Twitter cuando se refirió a la existencia indiscutible de los aluxes.
“Son los guardianes de la selva, pero son duendes, […] no son ni buenos ni malos".
“Sí existen, ¿eh? No son leyenda popular, sí nos asustan”, respondió a la pregunta de la entrevistadora sobre su relación con estos seres de la tradición maya.
Sus declaraciones le valieron cascadas de burlas en forma de meme.
El imaginario occidental está repleto de seres mágicos: magos, brujas, enanos, fantasmas, duendes… La tradición mexicana no es ajena a esos elementos mitológicos, diseminados en los relatos que se han contado por siglos.
Alux es una palabra maya que significa “geniecillo del bosque” o “enano milenario”. La creencia atribuye a los aluxes la construcción de un templo en la zona arqueológica de Yaxchilán, Chiapas, hoy conocido como Templo de los Aluxes.
Una parte de la convicción maya sostiene que los aluxes son espíritus de la naturaleza que habitaron la Tierra antes que los humanos; la otra, que son los espíritus de los niños que murieron durante la Conquista.
De acuerdo con el Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana, editado por el Instituto Nacional Indigenista, los aluxes son “duendes traviesos que deambulan por milpas y montes después de la puesta del Sol”.
El Diccionario ofrece, incluso, una descripción de la indumentaria: “calzan alpargatas, portan sombrero y presentan los rasgos de un niño indígena de tres a cuatro años de edad”.
¿Son peligrosos?
“Generalmente son inofensivos —sigue la definición—, pero si llegan a molestarse con algún ser humano, pueden enviarle un aire enfermante que produce escalofríos y calentura. Por el contrario, si se les ofrenda comida, se vuelven guardianes de la milpa de quien se congratuló con ellos, asegurándole una buena cosecha como recompensa”.
Como cuidadores de la milpa, sus cualidades divinas les dan “la capacidad de secuestrar a uno de los chaakoob o deidades de la lluvia” para ponerlo a trabajar a favor del milpero.
“Se cree que estos duendes son la encarnación de las figuras prehispánicas de barro que abundan en los sembradíos de la península de Yucatán. Algunos agricultores destruyen estas figuras cuando las descubren con el fin de evitarse las exigencias de los alux”.
Josefa González-Blanco Ortiz-Mena —futura secretaria federal de Medio Ambiente— provocó turbulencias en Twitter cuando se refirió a la existencia indiscutible de los aluxes.
“Son los guardianes de la selva, pero son duendes, […] no son ni buenos ni malos".
“Sí existen, ¿eh? No son leyenda popular, sí nos asustan”, respondió a la pregunta de la entrevistadora sobre su relación con estos seres de la tradición maya.
Sus declaraciones le valieron cascadas de burlas en forma de meme.
El imaginario occidental está repleto de seres mágicos: magos, brujas, enanos, fantasmas, duendes… La tradición mexicana no es ajena a esos elementos mitológicos, diseminados en los relatos que se han contado por siglos.
Alux es una palabra maya que significa “geniecillo del bosque” o “enano milenario”. La creencia atribuye a los aluxes la construcción de un templo en la zona arqueológica de Yaxchilán, Chiapas, hoy conocido como Templo de los Aluxes.
Una parte de la convicción maya sostiene que los aluxes son espíritus de la naturaleza que habitaron la Tierra antes que los humanos; la otra, que son los espíritus de los niños que murieron durante la Conquista.
De acuerdo con el Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana, editado por el Instituto Nacional Indigenista, los aluxes son “duendes traviesos que deambulan por milpas y montes después de la puesta del Sol”.
El Diccionario ofrece, incluso, una descripción de la indumentaria: “calzan alpargatas, portan sombrero y presentan los rasgos de un niño indígena de tres a cuatro años de edad”.
¿Son peligrosos?
“Generalmente son inofensivos —sigue la definición—, pero si llegan a molestarse con algún ser humano, pueden enviarle un aire enfermante que produce escalofríos y calentura. Por el contrario, si se les ofrenda comida, se vuelven guardianes de la milpa de quien se congratuló con ellos, asegurándole una buena cosecha como recompensa”.
Como cuidadores de la milpa, sus cualidades divinas les dan “la capacidad de secuestrar a uno de los chaakoob o deidades de la lluvia” para ponerlo a trabajar a favor del milpero.
“Se cree que estos duendes son la encarnación de las figuras prehispánicas de barro que abundan en los sembradíos de la península de Yucatán. Algunos agricultores destruyen estas figuras cuando las descubren con el fin de evitarse las exigencias de los alux”.