‘Candyman’ logra terror moderno

Cerebral, política y cruda, “Candyman”, que se estrena el jueves en México, es una adición valiosa al catálogo de thrillers sociales destacados creados por Jordan Peele

‘Candyman’ logra terror moderno
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ESPECIAL.- Existe una leyenda urbana que dice que si repites el nombre “Candyman” en voz alta cinco veces frente a un espejo, invocas a un asesino con un garfio en la mano. Después de ver la película homónima de Nia DaCosta, nunca te sentirás tentado a hacerlo. Incluso puede que no quieras comer nada dulce de nuevo.

Cerebral, política y cruda, “Candyman”, que se estrena este jueves en México, es una adición valiosa al catálogo de thrillers sociales destacados creados por Jordan Peele y marca un impresionante paso adelante para la directora DaCosta, que sólo tenía una cinta independiente a su nombre, el elogiado drama sobre un crimen “Little Woods”.

“Candyman”, es una película de terror inusual que se desarrolla en los apartamentos de lujo y el arrogante mundo del arte en Chicago. Desde ahí los coguionistas DaCosta, Peele y Win Rosenfeld analizan la gentrificación, la brutalidad policiaca, la autenticidad, los mitos y la identidad negra.

La película es protagonizada por Yahya Abdul-Mateen II en el papel de Anthony, un artista gráfico que lucha por estar a la altura de su fama como “la gran esperanza negra de la futura escena artística de Chicago”. Él y su novia, la galerista Brianna (Teyonah Parris en un papel maravilloso), viven una vida de riqueza y privilegio, bebiendo vino moscato en su brillante duplex.

Incitado a crear un arte más rudo, Anthony encuentra una musa extraña en Candyman, quien, se dice, deambula por los peligrosos proyectos de vivienda Cabrini-Green en Chicago aterrorizando a los niños que se portan mal.

El mito dice que Candyman era un artista negro que fue contratado para retratar a una mujer blanca de la que se enamoró. El prejuicioso padre de ella contrató a vándalos para que le cortaran la mano y embadurnaran su cuerpo de miel con el fin de que las abejas lo picaran hasta matarlo. Luego lo quemaron.

Anthony conoce esta historia por el dueño de una lavandería en Cabrini-Green (un magnífico Colman Domingo), quien le dice que “Boogeyman” no es un demonio vengador que trata de que los chicos se comporten, sino una víctima. Candyman es en realidad un chivo expiatorio inocente, una forma de procesar un sistema de opresión blanca.

Peele ha descrito esta nueva versión de la historia como una “secuela espiritual” de la “Candyman” (“Candyman, el dominio de la mente”) original de 1992, que fue escrita y dirigida por Bernard Rose. Un detalle agradable es que Virginia Madsen y Tony Todd, quienes protagonizaron la primera película, tienen papeles en esta versión, y Vanessa A. Williams aparece en ambas películas como el mismo personaje: Anne-Marie McCoy, la madre de Anthony.

Los cineastas usaron marionetas de papel fabulosas para contar aspectos del pasado y tienen un motivo recurrente de abejas y espejos. “Candyman” se va tornando cada vez más sucia, pasando de relucientes encimeras de granito en cocinas ventiladas y elegantemente iluminadas a proyectos sucios, embarrados y llenos de grafitis.

Hay varias escenas impresionantes, incluyendo cuando la cámara se aleja de un apartamento de lujo de noche mientras una mujer en él lucha con Candyman, y una en un baño de niñas que es aterradora por los fragmentos que no muestra.

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