“El arte da para aprender todo el tiempo”: Bernardo Loar

Lo conocí en una conferencia en Hermosillo, Sonora, me dijo: “Quiero ser muralista”, años después está demostrando que tiene la fuerza para lograrlo.

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VOCACIÓN DE MURALISTA

Mi hermano Alfonso es diseñador y me enseñó a dibujar, entonces salió el Concurso de Murales de la Universidad de Sonora, del Bicentenario y el Centenario, en 2010. Concursé como externo a la Universidad, me preparé leyendo para pintar ese mural, estaba muy influenciado por Siqueiros, la poliangularidad y la geometría. Gané el concurso y eso me marcó para ser muralista. Pinté un mural histórico, cronológico, desde la Independencia hasta el periodo actual, lo hice sin asistentes, completamente solo. En preparatoria me felicitaron por haber ganado el concurso y me invitaron a que hiciera el mural de la biblioteca de la escuela.

 

DEL MURO AL CABALLETE

Ignacio Salazar, el maestro del Taller de Producción de la ENAP, me enseño una cuestión más introspectiva, me ayudó mucho estudiar con él, porque exploré cosas que todavía no tenía previstas o que no me animaba a hacer, como la experimentación con el material, estar de lleno con la pintura. Entendí que nada más me estaba fijando en la imagen, en la representación y no en una parte expresiva, en lo matérico de la pintura gestual. Después me fui de intercambio a España, un semestre.

 

VER PINTURA, APRENDER PINTURA

España me abrió horizontes, ver en vivo las pinturas de los libros. Quería ir a ver Velázquez y Goya, y me topé con Rubens, con Rembrandt, Tintoretto y Tiziano y dije “bueno, hay mucho que aprender de un pintor hacia otro pintor”, que eso es una cosa bellísima, que el arte da para aprender todo el tiempo, uno siempre está evolucionando, no se puede decir que es un progreso, es una evolución, y los grandes pintores del Barroco tenían influencia del Renacimiento, antes del Gótico, siempre hay una influencia muy directa.

 

EL ARTE DEL VINO EN LA ENTREGA DEL CUERPO

Después de mi exposición de Negro de Humo, en la Universidad, en la Facultad de Artes, quedé más que aturdido, quedé apagado de color. Sentía que necesitaba meter color, porque en Hermosillo hay muchísima luz. En este cuadro en un principio vi la referencia, a Tiziano, a Tintoretto, que tienen obras con Baco y Venus. Pensando y haciendo bocetos me vino a la mente el cuadro de Caravaggio, de La Duda de Santo Tomás. Cristo tiene su llaga y Santo Tomas mete los dedos, para saber de qué está hecho. El título del cuadro se me ocurrió de una obra de Stravinsky, La consagración de la primavera, que es el sacrificio de una virgen. En el paisaje José María Velasco ha sido mi referencia muy marcada, quería meter algo que tuviera vida y que me identificara. Cuando estaba muy chico, me quedaba muy cerca de mi escuela la Casa de la Cultura, y tenían muchos libros de Velasco, me encantaban sus nopales, la luz que proyectaban, y metí el candelabro, tiene que ver dónde nací, y los nopales de mi región, de Sonora, son violeta. Los querubines son una referencia de Velázquez, que tiene uno con alas negras, pensé en un pájaro que fuera de México, entre zopilotes, águilas y encontré el cenzontle, y sus alas para un ángel mexicano.

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