Los Oscar querían pasar por el quirófano, pero la comunidad cinéfila ha rechazado el "lifting". La Academia de Hollywood anunció esta semana cambios en la gala más importante del cine, como un premio a la mejor película "popular", pero se ha encontrado con una gran oposición en diversos frentes.
Alarmada por la baja audiencia televisiva de los Oscar en los últimos años (la edición de 2018 fue la menos seguida de la historia), la Academia propuso que la gala no supere las tres horas de duración, que se dedique una estatuilla a la mejor cinta "popular" y que algunos galardones se entreguen durante las pausas publicitarias.
La revista Variety aseguró que la cadena ABC, que tiene los derechos televisivos de los Oscar hasta 2028, ha presionado a la Academia para que afronte cambios en sus premios.
Anunciar galardones durante la publicidad no es algo completamente novedoso, ya que los Tony apuestan por esta fórmula.
Más claro es el caso de los Grammy, que en la ceremonia televisada entregan una decena de premios mientras que el resto se desvelan horas antes en una gala previa.
Sin embargo, los Grammy pueden argumentar en su defensa que cuentan con 84 categorías, frente a las 24 de los Oscar, por lo que entregar todos sus gramófonos en televisión convertiría la velada en un suplicio maratoniano.
De cualquier forma, a los profesionales de las categorías técnicas, que temen perder su momento de gloria en los Oscar, no les hizo gracia el anuncio de la Academia, tal y como resumió a The Hollywood Reporter un académico de la rama de sonido en cine: "Estamos definitivamente disgustados".
Pero más allá de cuándo y cómo se entreguen los Oscar, lo que más polémica trajo fue el anuncio de una estatuilla a la mejor película "popular".
Por ahora, la Academia no ha aclarado qué entiende como "popular", aunque sí precisó que una cinta podría optar de manera simultánea a mejor película y a este nuevo apartado.
El nuevo premio no fue acogido con entusiasmo, tal y como resumió en un improvisado obituario en Twitter el actor Rob Lowe: "La industria del cine falleció hoy con el anuncio del Oscar a la mejor película 'popular'. Había estado enferma durante años. Le sobreviven las secuelas, los taquillazos y la integración vertical".
"Creo que es una idea genuinamente ridícula que no resolverá el problema (...). Creo que tenían que haber consultado a los miembros de la Academia", dijo a Los Angeles Times la productora Donna Gigliotti ("Shakespeare in Love", 1998)
"Es como decir: 'No eras lo suficientemente bueno para la mejor película, así que te damos el de mejor película popular'", expresó al mismo periódico un académico que no quiso identificarse.
Adam McKay, director de The Big Short (2015), tiró de ironía y propuso premios al "mejor lanzamiento de cuchillo" o a "la alien femenina más sexy".
La prensa tampoco fue comprensiva: Justin Chang, de Los Angeles Times, sostuvo que es "iluso" creer que los fans volverán a los Oscar si compiten superproducciones como Jurassic World: Fallen Kingdom o Avengers: Infinity War (ambas de 2018); mientras que Eric Kohn, de Indiewire, dijo que el nuevo premio es "un insulto para los que valoran las buenas películas".
Muy pocas voces en Hollywood respaldaron a la Academia.
Entre ellas destacó el productor Jason Blum (Get Out, 2017), quien defendió que es "un paso en la buena dirección".
Las últimas ganadoras del Oscar a la mejor película no destacan por ser fenómenos de masas con una taquilla descomunal.
The Shape of Water, la vencedora este año, recaudó en Estados Unidos 64 millones de dólares, que la situaron en el puesto 46 de las películas con más ingresos de las estrenadas en 2017.
En el mismo sentido, Moonlight (2016) consiguió 28 millones en Estados Unidos, Spotlight (2015) se anotó 45 millones, Birdman (2014) logró 42 millones y 12 Years a Slave obtuvo 57 millones.
Como comparación, Black Panther (2018) recaudó 202 millones de dólares sólo en su fin de semana de estreno en Estados Unidos.
No es la primera vez que la Academia trata de favorecer a las películas más comerciales, ya que amplió a un máximo de diez el número de obras que luchan por el Oscar a la mejor película tras la criticada ausencia de The Dark Knight en 2009.
Este año los ojos están puestos en Black Panther, un gran fenómeno en Estados Unidos y cuyos seguidores temen que en los Oscar pueda quedar relegada, casi como premio de consolación, a ser proclamada la cinta más "popular".