Tres cosas que ha logrado #MeToo en un año

Lydia Cacho, Wenceslao Bruciaga y María Hesse debatieron sobre las transformaciones que ha generado el movimiento desde que surgió en 2017.

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#MeToo ha sido uno de los fenómenos más fructuosos que han tenido las redes sociales. Utilizado primero por celebridades de Hollywood para denunciar que habían sido víctimas de acoso y abuso sexual, el hashtag pronto se extendió a otras industrias —como la literaria— y en pocos días las acusaciones hechas por mujeres de todas las edades y orígenes se contaban por miles.   

A casi un año de la irrupción de ese movimiento, la periodista y activista Lydia Cacho, la ilustradora María Hesse y el escritor Wenceslao Bruciaga —moderados por otra escritora, Gabriela Jáuregui— discutieron el tema en el Hay Festival 2018, realizado en Querétaro.

Tras escucharlos, reunimos sus opiniones en estos tres logros del movimiento.

Unir a las mujeres

María Hesse (MH): Nos hermanamos porque no nos queda otro remedio.

A un hombre no se le cuestiona, pero en el momento en que una mujer denuncia que un hombre la ha atacado, se le hace culpable: “pero tú querías ese trabajo, llevabas la falda muy corta…”.

Lydia Cacho (LC): El movimiento nos está recordando que no todas las mujeres somos feministas. Lo que sí sucede es que nos hemos unido, porque siempre hemos estado sometidas por debajo del poder.

Dar voz a quienes no la tenían

LC: Para México la campaña #MeToo fue simplemente como revivir algo que ya llevaba muchos años y que estaban haciendo organizaciones y activistas. Lo que hizo fue despertar un momento desde un lugar de poder [...] hiperfeminizado, glamuroso y bellísimo.

MH: Las mujeres han sido acosadas en el espacio cotidiano. [...] Por cultura pensamos que eso era lo normal, pero de repente hemos abierto los ojos y nos hemos dado cuenta de que no lo es. No conozco a ninguna mujer que no haya tenido algún momento en que se sintió agredida de alguna manera. 

Visibilizar el acoso gay

Wenceslao Bruciaga: Lo que el movimiento #MeToo hizo fue [provocar] una crisis de la heterosexualidad. Desde una perspectiva gay, el acoso no responde a las dinámicas heterosexuales. Me refiero a las dinámicas de saunas o cuartos oscuros; la heteronormatividad obligó a crear esos espacios y así nosotros pudimos ejercer estas reglas: tú metes mano y si no le gustó a la otra persona, lo entiendes y no vuelves a insistir. [Por otro lado], el ejercicio de esa sexualidad gay es lo que nos ha permitido, por ejemplo, visibilidad en la lucha del VIH.

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