Era el minuto 60 cuando se desató la campal en la tribuna del Estadio La Corregidora. En un tiro de esquina a favor, los jugadores de Atlas ya observaban de reojo lo que ocurría en la cabecera, donde aficionados de Gallos y de los Zorros comenzaron a enfrascarse a golpes.
Luis Reyes dudó en cobrar el tiro de esquina, tenía de frente la batalla, sin embargo, ante el sonido del silbato del árbitro lanzó el esférico que no prosperó. Esa fue la última jugada de un encuentro que tal vez ya nunca termine.
Instantes después, cientos de personas invadieron la cancha para huir de la barbarie que se apoderó de las tribunas. Niños, mujeres, adultos mayores, familias completas saltaron al terreno de juego para evitar los golpes. Algunos lo lograron, pero otros no corrieron con suerte.
De inmediato, los jugadores y cuerpo técnico de Atlas se marcharon a su vestidor. La escena dejó a varios atónitos e incrédulos de que lo estaba ocurriendo apenas a unos metros. Fueron momentos de tensión tanto del futbolista como de sus familiares, quienes de inmediato intentaron comunicarse con ellos.
Además de los jugadores y cuerpo técnico, gente del staff rojinegro se incorporó al vestuario. Ya estaban completos. El vestidor del Atlas se convirtió en un bunker. Nadie entraba y nadie salía hasta que se calmara la situación. Sin embargo, entre tanto tumulto y grito de desesperación, algunos aficionados lograron llegar hasta el túnel que conecta los vestidores y fue inevitable no solidarizarse. El vestidor de los Zorros se abrió para dar resguardo a las familias que pedían ayuda. Los propios jugadores ayudaban a que la gente, sobre todo niños y mujeres, se resguardaran.
Durante 2 horas y media, el bunker se convirtió en zona segura. Los jugadores trataban de informarse mediante las redes sociales, muchos impactados con las imágenes que circulaban.
Después de estar en comunicación con las autoridades, los Zorros fueron escoltados de su vestidor al autobús que se encontraba a unos cuantos metros.
A las 22:02 horas y con su tripulación completa, Atlas partió del estadio La Corregidora con rumbo a Guadalajara por vía terrestre. El camino fue en silencio. De preocupación, reflexión y tristeza. Muchos jamás habían visto escenas como las que se vivieron esa tarde.
A las 3:00 de la madrugada del domingo, el autobús rojinegro dejó a los jugadores en La Madriguera, pero el pensamiento y corazón de cada futbolista seguía en La Corregidora.
MN