Don León Morales llevó la cruz de su hijo que falleció de insuficiencia renal al cerro del Espinazo del Diablo, ya que él se lo pidió en vida, como tradición de peregrinos fallecidos.
“Esta es una tradición de años de traer la cruz de compañeros peregrinos, de hecho esta es la de mi hijo, él falleció ya hace dos meses y la voy a subir al Espinazo del Diablo a ponerla en el cerro de la Campana”, cuenta León Morales García.
El joven padecía de una enfermedad crónica y en diversas ocasiones platicaba con su padre del tema para ser honrada su muerte al dejar como recuerdo su cruz en la cima del cerro.
“Falleció de insuficiencia renal, esto es para honrarlo a él. Cuándo él venía me lo comentaba ‘padre cuándo yo muera’ y le respondía ‘no hijo primero yo’ y ahí estábamos los dos pero desgraciadamente le tocó a él y ahora vengo a traerle su cruz cómo él me lo pidió en vida”, cuenta León Morales.
Miguel alcanzó a ir siete veces con su padre a la ruta del peregrino, es una tradición que don León ha conservado a lo largo de 27 años.
León sigue acudiendo año con año a visitar a la Virgen de Talpa de Allende para implorar por la salud, vida y unión de sus hijos y su esposa.
“Voy a pedirle descanso eterno por él y por mi familia, por mis demás hijos para que me los cuide”, cuenta León.
La mañana del martes 12 de abril, don León junto con su esposa y su hija colocaron la cruz en el cerro dónde se cumplirá aquella promesa entre padre e hijo.
Familia Chávez tiene 33 años acudiendo a la caminata de Talpa
La fe en la Virgen del Rosario supera cualquier manda o procesión, la familia Chávez acude en conjunto cargando a la Virgen de Talpa de Allende en la espalda.
“Cuando ajustamos 20 años de venir peregrinando, prometimos llevar la virgen, ahorita ya tenemos 13 años cargándola aparte de los 20 años atrás [...] todo el grupo nos la vamos rotando, como dos horas cada uno y son ocho kilos”, aseguró Rosalina Chávez, peregrina originaria de Ahualulco del Mercado.
Acuden caminando tres días con su merecido descanso a dormir en los municipios y poblados que ofrecen un cuarto a los peregrinos. “Precisamente desde San Ignacio de Ojo de Agua son tres días domingo, lunes y martes”, afirma Rosalina Chávez.
Con la pandemia dejaron de venir el primer año de la contingencia, sin embargo se armaron de valor y acudieron con la virgen de Rosario a pesar de que no acudieron más peregrinos en 2021.
- Comunidad
Doña Rosalinda y su esposo han heredado la tradición de generación en generación para poder acudir con un grupo de aproximadamente 10 o más personas.
“Tenemos 33 años viniendo, los motivos son los grandes favores que nos ha hecho la virgen, el primer año que vine mi hijo se nos cayó de una camioneta y no le pasó a pesar de que fue un fuerte golpe, no le pasó nada esa fue la primera vez”, cuenta Rosalina.
Los integrantes de la Familia Chávez procuran llegar sanos y salvos a buen paso sin prisas para poder agradecer y visitar a la Virgen de Talpa de Allende el miércoles por la tarde noche.
AAM