La Casa del Migrante de Saltillo cumplió sus primeros 20 años de vida, en los que ha sido un oasis para aquellas personas que buscan llegar a la frontera con Estados Unidos, y que en muchos casos, también les ha salvado de persecuciones por parte de las autoridades, de grupos criminales y de morir de hambre en busca de alcanzar el sueño americano.
Cientos de miles de migrantes han caminado por estos pasillos, han comido en estas mesas y han encontrado en este refugio la ayuda que necesitaban, no solo en temas de alimentación, vestimenta o un lugar para dormir, sino también un apoyo legal para la defensa de sus derechos.
Alberto Xicoténcatl, director de la Casa del Migrante Saltillo, afirma que aún hay mucho que hacer para garantizar la protección de los derechos de las personas migrantes.
“Muchas cosas positivas, pues la gente que recuperó su salud, que pudo ser atendida de forma médica, pero también psicológica, gente que llegó aquí pensando que no había ningún tipo de futuro y aquí encontró junto con los abogados una estancia regular en México, y que a partir de eso han emprendido una vida estable y segura con su familia”, señaló.
De igual manera, reconoció que en su paso por esta institución ha encontrado historias positivas, como el apoyo que han obtenido de la ciudadanía, y la satisfacción de haber cumplido con su trabajo en beneficio de aquellos que no siempre pueden defenderse.
“Ha sido una enseñanza muy grande de vida por parte de las personas migrantes, ha sido un espacio en donde me siento realizado como ser humano y como profesional, y un espacio en donde al ver a las personas, uno empieza a querer mucho su trabajo, de decir que vale la pena trabajar por la población migrante y refugiada”, dijo.
El director de la institución afirmó que entre los proyectos que se tienen, es recuperar el albergue que se tenía en Ciudad Acuña, y apoyar con más recursos los trabajos que se realizan en apoyo a los migrantes en los municipios de Torreón y Monclova.
KM