La Secretaría de medio Ambiente (Sedema) de la Ciudad de México, informó que, ante la temporada de venta de nochebuena, los productores del suelo de conservación cultivaron un millón 667 mil flores para comercializar en la capital.
La Sedema recordó que el programa Altépetl Bienestar apoya a los productores del Suelo de Conservación para fomentar las actividades productivas agropecuarias sustentables y preservar este territorio fundamental para la Ciudad de México.
En entrevista con el floricultor de la alcaldía Xochimilco y beneficiario del programa Altepetl, Alejandro Toledo Zavala, comentó que gracias al apoyo de la Sedema se motiva a seguir con la producción de flores, además de que condiciona sus espacios de trabajo y maquinaria para estar a la vanguardia.
Los invernaderos de Alejandro producen nochebuenas de color rojo, blancas, marmoleadas o uva. Los tamaños van desde 25 centímetros hasta un metro de altura y los precios, de 25 a 180 pesos. Su producción tarda hasta nueve meses, desde la adquisición de la planta en talla muy pequeña, el trasplante, cultivo, hasta su venta.
Informó Alejandro que después de casi tres años de pandemia, la gente de la Ciudad de México consume más flores en los mercados de la alcaldía Xochimilco, como el mercado Palacio de la Flor, donde él labora.
Especificó que consumir nochebuena producida en el Suelo de Conservación de la Ciudad de México apoya a los productores de Xochimilco, lo que es clave para continuar con su trabajo.
“Los invitamos, que no se olviden de nosotros y nos favorezcan con sus compras”, dijo Alejandro.
Indicó que lo que más le gusta de vender flores de nochebuena en esta época es observar cómo sus clientes se emocionan.
“Se siente mucho regocijo. Cuando llega uno al mercado a ofertarlas y ver la reacción de la gente, que se enamora al momento de ver la variedad de colores, de diferentes tipos de plantas que llevamos, nos motiva a seguir produciendo la flor cada vez con mayor calidad”, comentó.
Mencionó que su oficio de floricultor, lo aprendió de sus padres y que es la segunda generación en su familia dedicada a esta labor; sus hijos ya participan en el negocio para continuar con la tradición.
“Ser floricultores es nuestro máximo orgullo. Es una herencia que nos dejaron nuestros padres y la seguimos haciendo con mucho cariño, con mucho amor”, aseguró Alejandro.
- Espectáculos
AP