Cuando caminamos en el Centro Histórico de Puebla podemos encontrar algunos rastros del México del siglo XX, inmuebles que aunque hoy lucen en abandono o bajo una transformación, cada uno resguarda una historia, sobre todo de cómo era la vida de nuestro ancestros. Los cines son muestra de ello.
Al pasar por la calle 2 Poniente y 3 Norte aún podemos ver un antiguo edificio que hoy está convertido en un negocio de telas, pero hace unas décadas, fue un cine, un lugar para la diversión familiar o una simple cita para los enamorados. Ese recinto, en sus años maravillosos fue el cine Variedades.
Este recinto fue considerado como uno de los más grandes del país, en el que se proyectaron películas de la época, incluso del Cine de Oro Mexicano con artistas como Jorge Negrete, María Félix y Pedro Infante.
A inicios del siglo XX y previo a la Revolución Mexicana, las grandes ciudades en el mundo comenzaron a crecer, entre ellas, Puebla. El cine llegó a nuestro país y en la Angelópolis comenzaron a nacer recintos como el Teatro Variedades, en donde las artes y la cinematografía fueron su joya.
El Gran Teatro Variedades de Puebla
La historia del Gran Teatro Variedades comenzó el 31 de octubre de 1909 con más de 400 sillas en luneta, más de 300 en anfiteatro con plateas y al menos 22 palcos, por lo que más de 2 mil personas podían disfrutar de los espectáculos.
Estas dimensiones nos permiten imaginar lo grande que era el inmueble ubicado a un costado del ex convento de Santa Catalina en la calle 2 Poniente.
En sus inicios, el Gran Teatro Variedades se especializó en ofrecer funciones de las artes escénicas y la ópera, tiempo después se abrió paso al cine, por lo que las grandes figuras del momento llegaron a presenciar su trabajo en la pantalla grande desde este recinto poblano. La admisión costaba 12 pesos por persona.
En 1922, el edificio sufrió un incendio y tuvo que ser reconstruido. Un año más tarde reabrió sus puertas para continuar con su larga vida. Para inicios de los 60 ya era un cine viejo y había dejado de ser un cine de primera; atrás quedaron los pisos de mármol, butacas acojinadas, grandes alfombras, salas de fumar y baños de lujo.
En 1987, el ex Gobernador Mariano Piña Olaya anunció que el inmueble quedaría a cargo del estado, al igual que el cine Coliseo. Ambos recintos tendrían una transformación para ser convertidos en teatro y centro de convenciones, pero en 1988 cayó el telón y para siempre, dejando imborrables recuerdos.
El Gran Teatro Variedades estuvo años en abandono hasta que un negocio de telas fue su nuevo destino y le dio punto final a su historia, una de más de ocho décadas.
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