El eclipse solar es uno de los fenómenos celestiales más fascinantes y misteriosos que la humanidad ha contemplado a lo largo de la historia. Cada vez que la Luna pasa entre la Tierra y el Sol, crea un espectáculo cósmico único que cautiva a observadores de todo el mundo. Uno de los eclipses solares más memorables en la historia de la astronomía ocurrió el 10 de septiembre de 1923, cuando una sombra oscura cruzó los cielos de México sobre los municipios Pasaje y Yerbanís en La Laguna de Durango.
Lo que hace aún más especial este eclipse solar es que, 101 años después, el 8 de abril de 2024, los municipios de Pasaje y Yerbanís en el estado de Durango volverán a ser testigos de este fenómeno celeste. Estas comunidades, que presenciaron el eclipse en 1923, tendrán la rara oportunidad de experimentar nuevamente la majestuosidad del cosmos mientras la sombra lunar cruza el disco del sol.
¿Por qué es raro que un eclipse solar ocurra en el mismo lugar solo 100 años después?
Según El Instituto Virtual de Investigación de Exploración del Sistema Solar (SSERVI) de la NASA, es extraño que un eclipse ocurra en un mismo lugar solo 100 años después debido a varios factores:
Los eclipses no ocurren con frecuencia en un lugar específico debido a la naturaleza cíclica de sus patrones. Los eclipses solares totales, por ejemplo, ocurren en promedio aproximadamente cada 18 meses en algún lugar de la Tierra, pero la probabilidad de que ocurran en el mismo lugar es mucho menor.
Científicos de Albert Einstein estudiaron eclipse en La Laguna
El eclipse solar anunciado para el 10 de septiembre de 1923 generó una gran anticipación y emoción entre la comunidad científica internacional. Astrónomos de diversos países se prepararon meticulosamente para estudiar este fenómeno celestial único.
Entre ellos, un grupo de científicos alemanes, encabezados por el renombrado director del Observatorio de Potsdam, Hans Ludendorff, se prepararon para viajar a México con el objetivo de estudiar el eclipse solar de 1923. Estos científicos estaban particularmente interesados en utilizar el eclipse como una oportunidad para poner a prueba la teoría de la relatividad general de Albert Einstein.
La posibilidad de observar el eclipse proporcionaba una oportunidad única para examinar cómo la gravedad afectaba la trayectoria de la luz, un fenómeno predicho por la teoría de Einstein.
Desde la selección de sitios de observación hasta la calibración de equipos científicos de vanguardia, los investigadores se esforzaron por garantizar que estuvieran listos para capturar cada momento del eclipse con precisión y detalle.
En México, en particular, se establecieron puntos de observación estratégicos en municipios como Pasaje y Yerbanís en el estado de Durango, así como en otros lugares de Baja California y Sonora.
Desafíos logísticos y climáticos para los científicos
Los científicos que participaron en las expediciones para observar el eclipse solar de 1923 se enfrentaron a una serie de desafíos logísticos y climáticos que complicaron su trabajo y pusieron a prueba su capacidad de adaptación y resiliencia.
La anticipación del evento comenzó años antes, con el ingeniero Joaquín Gallo liderando los esfuerzos para calcular las fases aproximadas del eclipse y determinar los lugares óptimos para la observación. Esto implicó un exhaustivo análisis de las condiciones geográficas y climáticas de diversas regiones de México, desde la península de Baja California hasta los estados del norte y centro del país.
Los primeros resultados se publicaron en el Boletín del Ministerio de Fomento y en la Revista Americana de Astronomía, llamada “Popular Astronomy”, aun cuando no fueron exactos, sirvieron para llamar la atención de los astrónomos de todo el mundo.
Los principales puntos en los que se proyectó que el eclipse iba a ser visible como total fueron: Isla de Todos Santos, Ensenada, Trinidad, Isla de la Guarda, Isla Tiburón, Hermosillo, Guaymas, Baroyeca, Álamos, El Fuerte, Guadalupe y Calvo, Tamazula, Nazas, Cuencamé, Nieves, Mazapil, Catorce, Matehuala, Cedral, Charcas, Doctor Arroyo, Tula, Tampico, Campeche, Quintana Roo y otros diversos puntos de la República mexicana.
El grupo de astrónomos alemanes comandados por Hanss Ludendorff, tenían como primer lugar de acampado el poblado de Yerbanís, pero debido al mal tiempo decidieron moverse a Pasaje, deseando que si el mal clima afectaba, el separarse dejaba abierta una posibilidad de tener un mejor cielo si se movían a otro lugar. El ferrocarril fue parte de la decisión para viajar a Pasaje.
En Yerbanís se establecieron los grupos provenientes del colegio de Swarthmore y el grupo del Observatorio Nacional de Tacubaya. El clima fue de grandes lluvias que iniciaron semanas atrás, dejando una probabilidad muy baja de éxito. La Comarca Lagunera en general venía de una gran sequía de varios años, y esto les había dado meses atrás una gran confianza a los grupos extranjeros por esa aparente buena elección.
Los equipos científicos tuvieron que identificar y seleccionar cuidadosamente sitios de observación que ofrecieran las condiciones óptimas para capturar el eclipse. Esto implicó evaluar factores como la altitud, la accesibilidad y la claridad del cielo para garantizar la calidad de las observaciones.
El traslado de equipos científicos delicados, como telescopios, cámaras e instrumentos de medición, representó un desafío logístico importante. Los científicos tuvieron que asegurarse de que sus equipos llegaran de manera segura y en condiciones óptimas a los sitios de observación designados.
Organizar y coordinar recursos y personal para las expediciones fue otro desafío logístico clave. Esto implicó asegurar alojamiento, transporte y suministros para los equipos científicos, así como garantizar una comunicación efectiva entre los miembros del equipo durante el evento.
A pesar de una cuidadosa planificación, los equipos científicos tuvieron que adaptarse a condiciones climáticas cambiantes en el terreno. Esto podría implicar reubicar equipos o cambiar planes de observación sobre la marcha para maximizar las oportunidades de capturar datos durante el eclipse.
Con todo y las inclemencias sufridas, el mero día del eclipse, el sol salió, otorgándoles el tiempo necesario para haber realizado con éxito sus objetivos.
Tres mil habitantes de Yerbanís presenciaron el eclipse solar
A pesar del entusiasmo generalizado, la incertidumbre se cernía sobre los astrónomos debido a la persistente lluvia que había estado presente durante los últimos cuatro días. Sin embargo, estos dedicados investigadores, embargados por la emoción del momento, permanecieron firmes en sus puestos de observación, esperando con impaciencia el momento crucial.
Mientras tanto, los fotógrafos se movían ágilmente por el campo, capturando imágenes del evento, mientras que los cronistas y otros miembros de la prensa se mezclaban entre los grupos, intercambiando comentarios y compartiendo la anticipación por lo que estaba por venir.
Finalmente, a las 13:12 horas, se anunció el primer contacto: la luna comenzó a deslizarse lentamente frente al disco solar. A las 14:35 horas, comenzó la fase de totalidad y la oscuridad se hizo densa. Aproximadamente 3,000 espectadores en Yerbanís tuvieron el privilegio de presenciar este fenómeno tan esperado.
Armados con vidrios ahumados, placas veladas y una variedad de lentes, contemplaron maravillados cómo la luz del día se desvanecía gradualmente hasta sumirlos en la completa oscuridad.
Cuando la totalidad llegó a su fin, el sol emergió nuevamente, deslumbrando con un destello brillante que dejó a todos los presentes asombrados. Era evidente que acababan de ser testigos de un auténtico acontecimiento científico, una experiencia que perduraría en sus memorias por mucho tiempo.
El Eclipse Solar de 1923: Testimonio desde Torreón, Coahuila
El eclipse solar de 1923 no solo fue un evento de importancia científica a nivel internacional, sino que también cautivó la atención de aquellos que lo presenciaron desde diferentes partes del mundo. En Torreón, Coahuila, La Opinión ofreció un relato detallado de cómo se vivió este fenómeno celestial en esa región.
Según el testimonio recogido por el periódico, la tarde del eclipse se caracterizó por su claridad y serenidad, lo que permitió que el fenómeno se apreciara en toda su magnificencia.
A medida que se acercaba la hora señalada, numerosas personas se congregaron en las alturas de la ciudad y en las calles, armadas con anteojos especiales o simplemente con vidrios ahumados, listas para presenciar el espectáculo astronómico.
Cuando finalmente el eclipse dio inicio, la multitud observó con fascinación cómo el disco solar comenzaba a oscurecerse por el horizonte occidental. Desde el primer contacto de la sombra con el sol, hasta la fase de totalidad, los presentes siguieron cada etapa del fenómeno con gran interés y emoción.
Uno de los momentos más impactantes fue durante la totalidad del eclipse, cuando la intensidad de la luz y el calor solar disminuyeron notablemente, sumiendo el entorno en una penumbra misteriosa y atractiva.
En este ambiente crepuscular, algunos afortunados pudieron vislumbrar la corona solar y la aparición de estrellas en pleno día, creando un espectáculo de belleza única en el cielo.
A pesar de que el eclipse no fue total en la región, con una proporción del 90.98%, la experiencia dejó una impresión duradera en los habitantes de Torreón. El fenómeno celestial fue tema de conversación y admiración durante toda la tarde, demostrando una vez más el poder de la naturaleza para sorprender y maravillar a la humanidad.
Finalmente, el eclipse solar de 1923 se despidió de Torreón con un inesperado aguacero, que pareció ser la culminación perfecta de un día lleno de asombro y fascinación por el cosmos.
Pasaje y Yerbanís volverán a vivir un Eclipse Solar 100 años después
Es especialmente significativo recordar que los municipios de Pasaje y Yerbanís, que fueron testigos de aquel eclipse histórico, tendrán la oportunidad de volver a vivir esta experiencia única el próximo 8 de abril del 2024.
Este hecho nos invita a reflexionar sobre la continuidad del tiempo y la conexión entre generaciones, así como sobre la constante búsqueda humana de comprender y apreciar el universo que nos rodea.
Que este próximo eclipse solar sea no solo un evento astronómico memorable, sino también una ocasión para renovar nuestro asombro ante la inmensidad y la maravilla del cosmos.
Con información y fotografías restauradas a color por el Ingeniero Alejandro Ahumada.
IML