Apenas son las 07:20 y ya es momento de llegar a la casilla, en esta ocasión no es para votar, sino para instalar las urnas y mamparas, pues en familia hemos decidido sumarnos a la tarea como funcionarios para la contienda electoral.
Además, hoy es la primera vez que votará mi hijo menor; “fue afortunado” en ser elegido como funcionario de casilla, dijeron durante las capacitaciones, pero sabemos que será una dura labor.
Apenas si caminamos una cuadra, pero estamos listos para armar mamparas, alguien madrugó más que nosotros, pues Luis Manuel Teniente, una persona con discapacidad visual, acompañado de su esposa, esperó pacientemente a que instaláramos la casilla para poder emitir su voto.
Ellos llegaron unos cinco o diez minutos antes que nosotros, querían ser los primeros. Aunque queríamos acelerar el paso, la instalación nos tomó casi una hora, tiempo que ellos aguardaron pacientemente, mientras don Luis Manuel nos echaba porras a los funcionarios y felicitaba la labor de los más jóvenes.
“No hay prisa, ustedes tranquilos, y vamos avanzando, de aquí a la Ramos para que nos den los chicharrones y márquenme bien el dedo para que se vea”, dijo mientras esperaba emitir su sufragio. Después de la pareja, el flujo de votantes fue constante, aunque en su mayoría eran personas de la tercera edad, quienes buscaban votar antes de que “pegara el sol”.
- Elecciones
Llegan al filo del cierre de casillas
Después de las 12:00, la afluencia de votantes bajó, pero las urnas ya lucían llenas. El cierre de la casilla fue en punto de las 18:00, tres minutos después de que ingresó la última votante, quien confiada en que vivía a tres casas se dio el lujo de esperar hasta las 17:55, pero no faltó el despistado que llegó 40 minutos después, pues pensó que se cerraba a las 19:00.
Posteriormente vino el conteo, la cancelación de las boletas no utilizadas y realizar la suma voto por voto, el proceso más pesado, pues fueron casi seis horas más luego del cierre de la casilla. Así, la convivencia de más de 17 horas entre los funcionarios acabó, la verdad, sin ganas de repetir la labor en el corto plazo.
rcm