Durante la época Virreinal en Guadalajara se encontraba el Convento de Santa María de Gracia, ubicado por la zona centro de este municipio, y a un costado de este lugar, había un callejón, conocido como ‘el callejón del ahorcado’, pues una persona fue colgada hasta su muerte en ese lugar, castigado por cometer adulterio.
La leyenda indica que una de las monjas del convento mencionado, un día por la noche escuchó unos gritos saliendo directamente de ese callejón, fue entonces que decidió revisar a través de una ventana qué era lo que ocurría, y al observar una casa al rincón el callejón notó que se estaba llevando a cabo un rito satánico.
- Policía
Se cuenta que la monja vio una mesa larga con paño de tumba, y en cada esquina de la mesa se encontraba un cráneo humano, y arriba de estos había una vela en color negro. Esto servía para alumbrar a varias mujeres desmelenadas, las cuales sostenían una copa que contenían un líquido extraño.
Estas mujeres eran unas brujas y también estaban azotando con gran fuerza la figura de un Santo Cristo hecho de marfil.
Luego de observar esas imágenes, la monja acudió de inmediato con la abadesa del convento, quien también presenció el ritual que se estaba llevando a cabo, por lo que dio aviso a más autoridades religiosas hasta llegar con el obispo de Guadalajara.
La noticia fue tan impactante que el mismo tribunal de la Santa Inquisición se trasladó hasta el callejón, esperaron a la noche siguiente y observaron que más personas se reunían en la casa de donde originalmente se escuchaban los gritos, por lo que decidieron ingresar a esta misma y enfrentar a los del culto.
Ahí se dieron cuenta que varios caballeros principales de la ciudad y algunas mujeres que describieron como ‘muy hermosas’ se encontraban rindiendo culto a satanás, y posteriormente lograron detenerlos a todos y fueron juzgados.
Como tal, nunca se apareció el diablo en aquel callejón, pero sí había un culto que lo adoraba, y desde entonces fue conocido como “El Rincón del Diablo”.
MQ