Contra la discapacidad y las extorsiones, Roberto lucha para cantar y ayudar a su familia

Roberto Carlos sueña con ser cantante y ayudar a su familia, pero los extorsionadores de la zona no se lo permiten a menos que pague "derecho de piso".

Roberto Carlos canta en las calles de Atizapan para ayudar a su familia / Cortesía
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Las personas que cuentan con algún tipo de discapacidad se enfrentan normalmente a diversas dificultades para poder llevar una vida plena, como lo puede ser la carencia de empleo, dificultades de movilidad en la infraestructura urbana y en muchas ocasiones el rechazo social.

Así lo comenta Roberto Carlos Rangel Durán, un joven de 22 años con una discapacidad en sus extremidades inferiores a quien, por no haber accedido a seguir pagando “derecho de piso” en el estacionamiento alterno de las bodegas de abasto popular, ya no le permitieron continuar ganándose la vida en el lugar y lo despojaron de los instrumentos con los que se ayudaba para sacar el sustento diario.

Roberto Carlos, joven con discapacidad que sueña con ser cantante y ayudar a su familia

Con 22 años de edad y ambos pies sin movilidad, Roberto Carlos tiene el sueño de ser cantante, por lo que desde hace cuatro años y con ayuda de su bocina, micrófono y una pista guardada en su celular, sale a las calles de Atizapán, Estado de México, a interpretar las canciones de moda en el género de la banda, cumbia y balada romántica.

“Me colocaba primero en la Plaza Gustavo Baz de Tlalnepantla, pero allí como que se incomodaron los sacerdotes, y tuve que irme a las bodegas en Atizapán”, explicó el joven Roberto Carlos quien narró que, en las bodegas, en el estacionamiento del Coppel, uno de los viene viene le pedía le pagar por “derecho de piso” hasta 200 pesos por semana.

La falta de movilidad en sus pies no lo ha limitado, pues para él no importa acudir hasta el centro de Tlalnepantla, en las inmediaciones de San Javier, donde pide monedas a la gente que lo quiera apoyar y, cuando considera que ya es tarde, se dirige a tomar el microbús con destino a La Higuera, en Atizapán, donde vive en compañía de su madre y sus hermanos.

Víctima de la extorsión, Roberto Carlos no puede seguir trabajando

El joven comenta que un día se negó a seguir pagando el “derecho de piso” que le cobraban, razón por la que fue despojado de su bocina y su micrófono, con los que salía a ganarse el sustento.

“El viene viene de allí es el que controla todo, decide quién puede vender allí o realizar alguna actividad, como yo, que canto, pide una cuota por derecho de piso, primero eran 150 semanales y luego ya 200. ¿Pues de dónde quería que sacara más dinero si yo dependo de lo que la gente me da?”, dijo Roberto Carlos Rangel.

Roberto describe que, en una ocasión en que el viene viene no se presentó por dos semanas, cuando regresó le solicitó que pagara el monto de 400 pesos correspondientes a esas dos semanas, además de los 200 pesos de la semana que estaba terminando, lo cual fue imposible de pagar para el joven.

“Encargué mi bocina y micrófono y cuando regresé ya no estaban, se la habían robado. Creo que fue el viene viene, por enojo de que no le quise dar el dinero”, comentó.

El joven asegura que lo que más desea es volver a tener su bocina y su micrófono, pues cantar es la única manera con la que puede seguir apoyando a su familia económicamente.

“Yo lo que más quiero es seguir cantando, si alguien me apoya, solo quiero volver a tener mi bocina y micrófono para seguir cantando. Quiero seguir ayudando a mi mamá con el sostenimiento de la casa. No pido mucho, sólo que me apoyaran con eso, para seguir cantando en la calle y ganarme la vida. Ayudar a mi familia”, explicó Roberto Carlos mientras miraba al piso, sumido en sus pensamientos.

Por el momento, Roberto se dedica a pedir limosna en la colonia San Javier, cerca del mercado municipal, pues es lo único que puede hacer ahora que no tiene sus instrumentos.

“Allá hay mucha gente que sí me da, eso se lo llevo a mi mamá, yo ayudo con lo que puedo”, indicó.

Roberto Carlos ha sufrido mucho debido a su discapacidad

A sus 22 años, el joven asegura que no tiene vicios, pues considera que es una persona muy sana.

“Eso sí tengo un carácter de la fregada, inmediatamente reacciono cuando alguien me hace algo, no me sé quedar callado y si es necesario tirar golpes, veo cómo le hago, pero le entro”, dijo.

Mostrando sus fotos, sentado en una banca frente a la Catedral de Tlalnepantla, Roberto Carlos cuenta lo que le ha tocado vivir a lo largo de su vida.

“De niño yo no era así, yo he tenido cuatro caídas que me han dañado, me salieron tumores y por eso se me quedaron mis pies así”, dijo mientras señalaba con su mano derecha sus extremidades inferiores.

Recuerda que en la primera caída que sufrió, se lastimó con una puerta de su casa, fracturándose varios huesos del cuerpo.

“De allí ya no quedé bien, años más tarde tuve otra caída fuerte, traté de brincar de una silla a otra y caí de lado, entonces me fracturé fémur, cadera y costillas, luego seguirían otras dos caídas, que me afectaron mis pies, ya no me pude recuperar a pesar de que me hicieron dos cirugías”, refirió.

A pesar de todo, el joven intenta llevar su vida con total normalidad, se desplaza con ayuda de una bicicleta eléctrica, usa muletas para caminar o, incluso, se traslada únicamente haciendo uso de sus manos.

“Me puedo ir por la calle, sin nada, sólo apoyándome con mis manos y deslizando mis pies en el suelo. Yo lo puedo hacer”, aseguró.

Población con discapacidad en Edomex

En el Estado de México, de acuerdo al Censo de Población y Vivienda del 2020, hasta el 5.5 por ciento de la población total tiene algún tipo de discapacidad.

De acuerdo con datos del INEGI en 2020, en México hay 6 millones 179 mil 890 personas con algún tipo de discapacidad, lo que representa el 4.9% de la población del país; de este total, el 53 por ciento representa a las mujeres y el 47 por ciento restante a los hombres.

Entre las principales dificultades que presentan gran parte de las personas con discapacidad se encuentran el subir y bajar escaleras o caminar, esto para las personas que no cuentan con toda o una parte de sus extremidades inferiores, o incluso personas que, a pesar de tener ambas piernas, éstas no tienen movilidad o presentan restricciones en la misma, por lo que necesitan ayuda de otras personas o aparatos especiales como sillas de ruedas, andaderas o piernas artificiales.


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