La indigencia es una realidad que afecta a miles de hombres y mujeres, empujados a esta situación por el vicio, las malas decisiones o simplemente, la falta de apoyo. Entre ellos se encuentra Juan Pérez, un hombre de 63 años, ingeniero en sistemas y egresado de una universidad privada.
Proveniente de una familia adinerada, su vida dio un giro drástico cuando debido a su edad, ya no pudo conseguir empleo y sus familiares dejaron de brindarle apoyo económico. De tener una vida llena de comodidades, Juan pasó a vivir en las calles de Guadalajara.
- Policía
¿Cómo terminó Juan en las calles?
Según relata, fueron principalmente personas deshonestas las que lo llevaron a esta situación. Para Juan, la vida en la calle es un desafío constante.
“Pues estoy en situación de calle porque no tengo recursos. Por ahí cuando yo estaba de independiente, algunas personas me jugaron mal, no me pagaron”, detallo.
Más allá de enfrentar la falta de recursos, debe lidiar con los prejuicios de una sociedad que tiende a generalizar sobre las personas en situación de calle.
“Ya hablando de la vida en la calle, es bastante difícil, y en general la gente no sabe y señala: ‘son drogadictos, alcohólicos, están mal de la cabeza, violadores’, sin saber qué hay detrás de cada uno. Cada una de las personas que nos encontramos en situación de calle tenemos una historia diferente”, compartió Juan.
Aunque algunas asociaciones y particulares le proporcionan comida y cobijas, la falta de un lugar donde guardar sus pertenencias dificulta aún más su vida.
“Sí, nos dan cobijas y más cobijas, pero ¿dónde guardamos todo eso? no tenemos dónde ir, si fuera un sleeping bag o una bolsa para dormir, no pesan, uno se mete ahí y estás calientito, con cierre, puedes andar de arriba para abajo. No te dejan en el albergue dejar tus cosas, entonces ¿cómo traes otro cambio? no puedes hacer eso”, explicó.
Su situación de salud también es crítica. Desde hace un año, Juan vive con una hernia inguinal que no ha podido tratar por falta de recursos. Relató episodios en los que quedó paralizado por el dolor en plena calle, siendo ignorado o incluso objeto de burlas.
“Yo caí ocho veces con ataque de mi hernia en el centro de la ciudad, pasaba la gente y se burlaba, porque la mano uno se la tiene que poner en esa parte. ¿Cómo va a confundir la gente un dolor con placer? 'Ah, está tirado un drogadicto tocándose sus partes’, cuando mi cara es de: ¡auxilio, ayúdenme! vomitando. La última vez fue dos horas de esperar porque recibían la llamada en la Cruz Roja y decían 'Sí, ya, es un indigente que está tirado', hasta que unos policías pasaron dando un rondín, pasaron muchos, pero unos jóvenes se acercaron y gracias a ellos pues me llevaron”.
¿Qué ha sabido Juan de su familia?
La familia de Juan volvió a buscarlo tras la muerte de su madre, no por afecto, sino para obtener su firma y vender los bienes familiares.
“Me dicen 'Mira sí te buscan, aquí está el cartel' y lo veo y en el momento en que me dijo, voy para allá. Me dicen 'Oh, sí, sí véngase, que no sé qué, lo comunicamos con su familia'. Ya me comunicaron y dicen 'Jefe, ya encontramos a otro', ¿cuál encontrar? si yo fui solito”, aseguró.
Hoy, Juan hace un llamado a la sociedad para no ignorar a quienes viven en la calle, pues cado uno tiene una historia y así como él, todos podemos ser víctimas de las circunstancias y perderlo todo.
Su caso es un recordatorio de lo frágil que puede ser la vida y de la importancia de la empatía hacia quienes viven en condiciones de vulnerabilidad.
AM