En la colonia Santa Paula de Tonalá, Jalisco, la producción de ladrillos es una tradición que ha sostenido a generaciones. Sin embargo, durante la veda invernal, la falta de ingresos pone en aprietos a familias como la de Ramón Amante Lara, quien lleva 60 años trabajando como ladrillero.
El gobierno otorga un apoyo económico de 6 mil pesos durante este periodo, pero Ramón asegura que esta cantidad no cubre ni la mitad de los gastos que implica mantener su hogar y pagar a sus cinco trabajadores.
¿Cómo afecta la veda a los ladrilleros?
Ramón explica que cada vez que necesitan quemar un horno, deben solicitar un permiso. Sin embargo, durante la temporada invernal, las restricciones son más estrictas debido a la contaminación y las festividades.
“Mis trabajadores no entienden si hay permisos o no; ellos esperan su pago el sábado. A veces debo pedir créditos para cubrir sus salarios,” comenta.
Su hijo, Juan Amante, también ladrillero, añade que los costos del material aumentan constantemente, lo que reduce aún más sus ganancias. Por cada millar de ladrillos, apenas obtienen entre 300 y 400 pesos de ganancia, situación que se agrava cuando el material de baja calidad genera pérdidas.
¿Por qué persisten en este oficio a pesar de las dificultades?
A pesar de los retos, tanto Ramón como Juan coinciden en que este oficio es más que un trabajo: es una pasión y una tradición familiar que no cambiarían por nada.
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“Es un trabajo pesado, pero honesto. Mi esposa y mis hijos trabajan conmigo, y aunque el apoyo solo alcanza para una semana, seguimos adelante,” asegura Juan.
Los ladrilleros esperan que el gobierno incremente los apoyos y otorgue mayores facilidades para continuar con su labor sin poner en riesgo su sustento.
MQ