Cansancio, frío y hambre: el costo de los sueños de padres y niños migrantes

Niños, adolescentes y adultos recorren México con el propósito de llegar a Estados Unidos para tener mejores oportunidades y une mejor vida.

Elizabeth y Justin son dos de los menores de edad que forman parte de la caravana migrante / Jorge Carballo
Ciudad de México /

Amanece en la casa del peregrino, aquí llegaron los migrantes centroamericanos que por meses han caminado cargados de sueños, acompañados de sus hijos: los niños migrantes.


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Emma lleva dos meses fuera de honduras, ha viajado con Elizabeth su pequeña de 3 años; en tren y a pie llegaron con la caravana a la Ciudad de México.

“Para ser sincera lo que me hace moverme aquí es mi familia. Yo soy madre soltera y aparte de ella tengo dos varones”, señala Emma Arteaga, madre migrante.

A su corta edad, la pequeña Elizabeth ya sabe lo que es pasar hambre y frío, como muchos otras niñas y niños que forman parte de la caravana, a su corta edad han sufrido y padecido de enfrentamientos en su largo recorrido.

“La miro a ella y vale la pena seguir porque también me acuerdo de los que tengo allá atrás. Lo que he vivido aquí no se lo deseo a nadie porque cuando hay pleitos ella me dice ‘mami vámonos tengo miedo’, pero solo me queda llorar y aguantarme”, declaró Emma.

Justin es otro pequeño que forma parte de la caravana; salió junto a su madre y su hermano desde hace dos mesas. Apenas tiene 9 años, es tímido, pero con muchas historias en esta travesía.

“Cuando veníamos en el camino migración a una señora la atropelló le abrió la cabeza”, contó Justin.


-“¿Oye te da miedo?”


-“No, ¿por qué? Porque soy hombre y tengo que aguantar”, apuntó.
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Estas familias han recorrido varios kilómetros a pie y en tren, con el riesgo latente de quedarse en el camino; todos ellos están por un objetivo, y cuando piensan que ya no pueden piensan en quienes dejaron en sus lugares de origen, quienes son su mayor motivación.

“Uno si quiere una mejor vida para sus hijos, creo que todo padre lucha por eso para que sus hijos tengan lo mejor. Voy a continuar porque mientras no cumpla mi meta no voy a dejar de luchar; esta va a ser una lucha hasta morir”, asegura Salvador, padre migrante.

Historias como la de la pequeña Elizabeth y Justin se repiten en este albergue, el resto espera la respuesta de la Secretaría de Gobernación para definir su futuro migratorio.




ZNR

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