¿No sabes qué decir? Te recomendamos poemas para este 10 de mayo

La poesía tiene esa cualidad de decir todo aquello que sentimos, en este caso un "te quiero mamá, gracias por todo".

Poemas 10 de mayo / Pixabay
Ciudad de México /

El 10 de mayo está a unas horas, si eres de esas personas que no saben qué regalar o no sabe qué decir, aquí te dejamos unos poemas que le podrás dedicar a ese ser maravilloso que nos dio vida, nos enseñó a hablar, y que con su ternura y consejos nos cuidará siempre.

Hay muchas cosas que se pueden decir para agradecer cada gesto de cariño que las madres han tenido, pero nada hay que la poesía no exprese de forma bella, en este caso abrimos la selección con una reflexión sobre la herencia de la mano de Teresa de Calcuta.

Enseñarás a volar,

pero no volarán tu vuelo.

Enseñarás a soñar,

pero no soñarán tu sueño.

Enseñarás a vivir,

pero no vivirán tu vida.

Sin embargo…

en cada vuelo,

en cada vida,

en cada sueño,

perdurará siempre la huella

del camino enseñado.

No podemos hablar de poesía para la madre sin pensar en Gabriela Mistral quien encontró en la mujer una fuente de inspiración constante.

Caricias

Madre, madre, tú me besas,

pero yo te beso más,

y el enjambre de mis besos

no te deja ni mirar...

Si la abeja se entra al lirio,

no se siente su aletear.

Cuando escondes a tu hijito

ni se le oye respirar...

Yo te miro, yo te miro

sin cansarme de mirar,

y qué lindo niño veo

a tus ojos asomar...

El estanque copia todo

lo que tú mirando estás;

pero tú en las niñas tienes

a tu hijo y nada más.

Los ojitos que me diste

me los tengo de gastar

en seguirte por los valles,

por el cielo y por el mar

La sensación de infancia y el sentimiento de que uno ya está creciendo, ya no es lo que era, pero será lo que es, inunda muchas veces esos momentos en lo que se detiene uno para pensar en mamá.

Obrerito

Madre, cuando sea grande,

¡ay…, qué mozo el que tendrás!

Te levantaré en mis brazos,

como el zonda al herbazal.

O te acostaré en las parvas

o te cargaré hasta el mar

o te subiré las cuestas

o te dejaré al umbral.

¿Y qué casal ha de hacerte

tu niñito, tu titán,

y qué sombra tan amante

sus aleros van a dar?

Yo te regaré una huerta

y tu falda he de cansar

con las frutas y las frutas

que son mil y que son más.

O mejor te haré tapices

con la juncia de trenzar;

o mejor tendré un molino

que te hable haciendo el pan.

Cuenta, cuenta las ventanas

y las puertas del casal;

cuenta, cuenta maravillas

si las puedes tú contar...

Muchas veces no nos detenemos a observar la sonrisa de mamá, o aquellos momentos en los que te prepara un desayuno, no reparamos en la dulzura que involucra un ¿Cómo estás? Que nace del cariño incondicional.

Dulzura

Madrecita mía,

madrecita tierna,

déjame decirte

dulzuras extremas.

Es tuyo mi cuerpo

que juntaste en ramo;

deja revolverlo

sobre tu regazo.

Juega tú a ser hoja

y yo a ser rocío:

y en tus brazos locos

tenme suspendido.

Madrecita mía,

todito mi mundo,

déjame decirte

los cariños sumos.

Ángeles Mastretta, poeta que guarda en sus versos la experiencia, la imagen sonora de la vida, el sentimiento a posteriori de un cuerpo vivo.
En este poema nos enseña el paso del tiempo que deja marca, quizá en la piel, quizá en la mente, pero permanece presente, las arrugas de mamá son el mapa de una vida de amor.

Llega un día

en que el cuerpo, si duele, es evidencia.

Se pone a Dios en la mitad del aire.

A cada rato un gracias

cada mañana como inaugural.

Todo es lámpara y agua

árbol, manzana y flor

y mil rostros sonríen por debajo del rostro.

A eso se le llama

ocupar el lugar que corresponde

estar presente cuando se pasa lista

Corona de los padres son los hijos, pero la experiencia que tiene una mamá con sus hijas es inigualable, palabras que tendrán un profundo eco en el sentimiento.

La menor

La menor de mis hijas tiene esqueleto de ángel

y una mirada de atestiguarlo todo

(me creé como una vasta cicatriz.)

Le sigue una que tiene mi respuesta

con su séptimo día para los escondites.

La mayor es misterio de esa trinidad.

Retiro los vendajes y tirito.

Arena soy.

Madre de mil abrazos

que no sanan.

Y, por último, el recuerdo de esas madres que ya no están de forma física con nosotros, pero su recuerdo pictórico, su foto, su imagen en nuestra mente nos deja decir con ternura “gracias mamita, te extraño”.

Tu nombre en un cuadro

Acabo de mirar tu nombre sobre el cuadro

y oí la levedad:

eso que se hace a espaldas

de lo que dicen vida

te llamabas dos siglos

solicitud del mar

seis veces la gaviota

que nos hizo caer

la consagrada

la viuda por más de medio siglo

la eterna por efímera

mi madre.



PALA

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