En representación del arzobispo de Puebla Víctor Sánchez Espinosa, los obispos auxiliares de la arquidiócesis Francisco Javier Martínez Castillo y Tomas López Durán encabezaron el lavatorio de pies este Jueves Santo 2024, que como en otros años los apóstoles los representan doce ancianos que pertenecen al Asilo Particular de Caridad (Santa Inés), atendido por las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres.
En la Catedral de Puebla, Martínez Castillo pidió que antes de comenzar con la misa se deben de reconocer “nuestros” pecados y estar siempre dispuesto a “perdonarnos a renovarnos”, y mandó un saludo al arzobispo de Puebla, quien recordó que sigue convaleciente por la cirugía a la que se sometió en enero de este año “pero está con nosotros espiritualmente y nos bendice”.
Resaltó que el tener distanciamiento de Dios causa mucho sufrimiento, pero Dios siempre está dispuesto al perdón y extender sus manos, y abrir su corazón “cuando nosotros decidamos volver a él, y vivir esa gran experiencia y no más sufrimiento”.
Asimismo, externó que hoy la mejor manera de expresarle gratitud a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros es “ámense los unos a los otros”, y este se puede ejemplificar con el lavatorio de pies.
“Uno se puede preguntar cuál es la mejor manera de agradecer a Dios, todo lo que ha hecho por mí, que se me pide como gratitud, que la gratitud no se puede reducir en un acto de buena educación, sí la incluye, pero no significa todo, va más allá de la disposición”.
Añadió que la gracia que recibimos en el bautizo es algo que los acompañará en toda la vida, por lo que somos capaces de serviles a los demás, de no mentir, no robar, de atentar contra la dignidad de otros.
“Me comprometo a no mentir, de tener responsabilidades, de amar a los demás, y me comprometo en la lucha para generar las mejores circunstancias, no soy indiferente ante las situaciones difíciles, la violencia no me es indiferente, soy un constructor de paz, y favorezco a la construcción de una sociedad mejor, me dedicó a que el tejido social se vaya reconstruyendo”, dijo al insistir que este tipo de acciones son las que dan gratitud a Dios por todo lo que nos ha dado.
En el Jueves Santo se renueva el gesto del lavatorio de pies por parte de Jesús a sus apóstoles, con el que el Redentor anunciaba que por amor estaba dispuesto a aceptar la humillación de la Cruz para ofrecernos el servicio de purificarnos del pecado con su propia sangre.
Arquidiócesis de Puebla realiza la Institución de la Eucaristía
Mientras a las 19:00 horas, se celebra la Misa de la Cena del Señor en Catedral, en la que recordamos, actualizamos y vivimos la Última Cena, en la que el Señor, dio tres regalos para la salvación: La Eucaristía, el don del sacerdocio y el mandamiento del amor.
Durante la Misa de Jueves Santo, se recuerda que Jesús, antes de padecer celebró la cena de Pascua con sus apóstoles y durante esa cena, después de cantar los salmos, tomó pan y vino y nos lo dejó como alimento espiritual, “pues sabemos que, en la Eucaristía recibimos el cuerpo y la sangre de Cristo y quedamos unidos a él. Por eso le llamamos comunión, porque nos unimos al Señor”.
El segundo regalo es el don de sacerdocio, por el cual, Dios elige a algunos de entre los hermanos y los consagra para el servicio de su Iglesia, como pastores, como maestros de su palabra, como aquellos que nos dan los sacramentos como el bautismo, la eucaristía, o el perdón de los pecados.
Y el tercer elemento es el mandamiento del amor, pues Jesús mandó en la última cena: “ámense los unos a los otros, como yo los he amado” y Jesús nos amó hasta dar su vida por nosotros.
"Esto se convierte en la esencia del Cristianismo que es el amor por el prójimo. Por ello, sería una buena idea que este jueves santo, por ser el día de la caridad, llevemos a alguna persona necesitada un poco de ayuda o de alimento".
Asimismo, en este Jueves Santo, los fieles acostumbran visitar siete templos, acompañando espiritualmente a Jesús en su Pasión, desde Getsemaní a casa de Anás, de Caifás, de Pilato, de Herodes a Pilato y de ahí al Calvario. Al parecer, esta tradición nació en Roma en el siglo XVI con San Felipe Neri.
AGA