Don Ángel Gutiérrez, ha trabajado por más de veinte años en el Panteón de Santa Paula, ubicado en Guanajuato capital y, en todo ese tiempo ha logrado acumular cientos de historias; algunas suyas y otras más que le han sido contadas por los visitantes.
Si bien hay algunas personas que no creen en la presencia de espíritus, existen otras para las que los denominados fantasmas, y cualquiera que sea la forma en la que se manifiesten, es algo casi habitual.
Durante todo este tiempo, Don Ángel Gutiérrez, ha acumulado varias experiencias de distintos tipos, especialmente a través de anécdotas que le han contado algunos visitantes.
Relata que una de las más recientes fue una que involucró a una mujer que él conocía desde hace tiempo atrás por ser su vecina, quien no hace muchos años, falleció y fue sepultada en el Panteón de Santa Paula.
Poco tiempo después de ese suceso, una visitante que solía llevar flores a la tumba de un familiar, dijo haber observado a una mujer que se encontraba sentada justo en el monumento que se construyó para la vecina de Don Ángel.
“Vemos el monumento y en la parte de allá hay un monumento similar. Entonces la persona que viene a visitar el de allá se encontró con una señora aquí; y después de ocho días, quince días, más o menos, la señora de allá me preguntó por la de aquí”, relató.
Al ser descrita aquella mujer, Don Ángel supo inmediatamente que de quién se trataba; y aunque al principio no tenía la intención de decir la verdad, terminó por confesar la verdad a aquella visitante.
“Y me dice: Oye Ángel, ¿has visto a la señora que viene a dejar flores aquí? Y le digo: mire, esa señora es vecina, nada más que como son cuatro hijas las que vienen aquí a ver a su mamá, pues necesita describírmela. Y empezó a describirme la señora, y me da risa, entonces cuando vi que su molestia era más, le dije: es que usted me está describiendo a la señora que acabamos de sepultar”.
Otra historia que destaca entre las demás es la de un hombre cuyo padre se dedicaba a restaurar lápidas de cantera; y que, en medio de su labor, conservó una que pertenecía a una niña, quien había fallecido en los años 60’s.
“Llegó el señor y me estaba preguntando por una persona que estaba sepultada; no me acuerdo del dato bien, pero vamos a hablar que entre 1950, 1960. Y me decía que buscáramos a una niña, y efectivamente estaba sepultada en una de las series del Panteón Principal”, refirió.
Pese a que al principio parecía una petición extraña, accedió, y al hacerlo, se encontró con que aquella niña había sido exhumada mucho tiempo atrás.
No obstante, lo extraño de toda esta situación, es que el espíritu de aquella niña había permanecido por años en la casa de aquel hombre, e incluso solía entrar en contacto con sus dos hijas; y aunque éste había mostrado un gran interés por devolver la lápida al cementerio, no se supo nada más de él.
“En la plática el señor me decía que su papá se dedicaba a duplicar las lápidas de cantera. Entonces, cuando se adentró más a la plática, me decía que tenía una niña como de cuatro o cinco años, que tenía una amiga imaginaria”, comentó.
Una anécdota más parece retratar lo que atraviesan aquellos que quieren perturbar a los espíritus de los panteones; ya que, se dice, un grupo de jóvenes que acudieron acompañados de un supuesto ‘detector de fantasmas’, se llevaron una sorpresa.
Cuenta Don Ángel que estos tenían la intención de dar un recorrido por el cementerio, y de entrar en contacto con alguna alma que estuviera atrapada ahí. No obstante, al recorrer una de las ampliaciones realizadas en el Santa Paula, comenzaron a gritar sin motivo aparente, y debido a ello, tuvieron que moverse a otro sitio.
“Nos fuimos caminando hacia lo más oscuro y empezó a pitar fuerte y recio, y venían dos jóvenes mujeres que, no sé qué sentirían, pero empezaron a gritar, empezaron a sentirse mal”, expresó.
Por último, dijo que, a diferencia de sus compañeros él únicamente se dedica a contar historias; pero no porque no las haya vivido, sino porque no está seguro si muchas de las personas que ha visto, han estado vivas o muertas.
“A lo mejor, lo que yo pienso, es que muchas de las veces nosotros atendemos a varias personas, y la verdad, hay veces en que nada más las ve uno una vez; pero también no sé si es gente muerta, o es gente viva; algunos compañeros sí han tenido experiencias, así de que ven a las personas, y a los dos o tres días ya se dan cuenta de que son personas fallecidas”, concluyó.
DASH