Samantha Estela Ballesteros Medina sabía que quería dedicarse a la docencia desde pequeña, pues tenía muy claro que deseaba ayudar a niños. Aunque sus padres querían que fuera doctora, ella decidió prepararse para sembrar semillas en los más pequeños.
Samantha tiene 23 años y se desempeña como maestra de educación especial en el municipio de Mascota; es oriunda de Autlán y previamente había sido maestra en Guadalajara.
Desde que tiene memoria le gusta ayudar a los demás, así inició su camino por la docencia sin imaginar los retos que vendrían, como mudarse a otro municipio en una zona donde muchas veces falla la luz o el internet.
“A veces no hay señal de teléfono, que es más común que no haya señal de teléfono, y al no tener señal de teléfono no tenemos internet y yo sé que en las escuelas está la Red Jalisco, pero a veces no sirve y los niños sí tenemos algunas actividades con la computadora, pero a veces como no hay internet pues sí los niños como que se ponen achicopalados”.
Desde enero pasado imparte clases en el Centro de Atención Múltiple 46 Teresa Barba Palomera, donde tiene 13 alumnos con diferentes capacidades.
Enseñar en zona rural tiene sus obstáculos
Una de las cosas que más le han asombrado es que al vivir en una zona rural donde se siembra chile, los padres de familia muchas veces prefieren que sus hijos trabajen en lugar de estudiar:
“sí te respetan como docente, pero a veces no te mandan a los niños o a veces no te brindan acompañamiento cuando les dices que su niño que no sabía leer ya lee en sílabas o que ya escribe y solamente se le confunden ciertas palabras y la verdad es que es muy complicado”, explicó.
Como maestra, también debe ingeniárselas para impartir clases con el material que cuentan.
“sí tenemos material por parte de la Secretaría de Educación Pública, pero tiene años ahí y tenemos cosas, por ejemplo, como cubos que es lo que más utilizo con niños de preescolar que ya no tienen la carcasa o ya están peligrosos porque se están astillando, entonces sí tenemos algunas actividades y no están estos materiales en constante renovación”.
Los habitantes de Mascota se trasladan por lo general a pie y en el caso de los menores que viven en municipios aledaños realizan recorridos de poco más de una hora y media para poder llegar a su centro de estudio porque en sus comunidades no hay centro de este tipo.
“Tengo a una mami que trae a su niño todos los miércoles desde Mixtlán, que está como a una hora y media, y me sorprendo porque solamente vienen conmigo una hora y vienen por la atención que se les brinda, y tengo incluso a otras mamás que vienen de más lejos y estoy gestionando a ver si podemos tener las reuniones, las clases por videollamadas porque no se pueden trasladar y donde ellos viven no hay señal”.
A pesar de las dificultades y retos que enfrentan las y los maestros en zonas rurales para ejercer su profesión, Samantha decidió continuar en este municipio donde muchas falta hacen los docentes:
“yo siento que siempre nos ponen en los lugares en donde tenemos que estar hasta que encontremos el porqué, yo me siento así, entonces no sé hasta qué momento esté aquí, pero agradezco por estarlo”, concluyó.