Rosa expone su experiencia como trabajadora del hogar en Puebla; “nos tratan como si no valiéramos nada”

Desde los 10 años, Rosa, una mujer poblana enfrenta abusos y discriminación que conlleva ser trabajadora de limpieza.

Trabajadoras del hogar / Archivo MILENIO
Puebla. /

Insultos, discriminación, amenazas y regaños injustificados es lo que la señora Rosa, quien prefirió mantener el anonimato, sufre desde que empezó a ofrecer sus servicios como trabajadora del hogar.

La mujer que se dedica a este oficio desde los 10 años, narró que, a los 7 años, su madre la regaló a una familia, ya que en casa no había recurso para mantenerla. Rosa extrañaba a su madre, por lo que la regresaron a su hogar, sin embargo, no fue bien recibida.

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A sus 10 años, su madre la metió a trabajar de niñera en una casa donde cuidaba de 7 niños de diferentes edades, unos más grandes que ella; además, realizaba las labores del hogar como cocinar, lavar, trapear, barrer, lavar los baños y llevarlos a la escuela. Explicó que por más de 5 años laboró en este lugar sin recibir un sueldo, ya que éste lo reclamaba su madre.

A sus 15 años se salió de trabajar de la casa, y aunque regresó con su madre, no dejó de realizar labores de limpieza a cambio de una remuneración, comentó; “es lo que sé hacer y lo que siempre he hecho”.

Rosa recorrió varias casas, en algunas la trataron bien, pero mencionó que en su mayoría fue duramente agredida.

En una pareja sentimental vio el camino fácil, decidió juntarse para dejar de trabajar en este oficio en el que vivió agresiones, no obstante, su sueño no se cumplió.

“Dije, es mi salida fácil, dejar de trabajar, pero no, resultó peor para mí, viví una vida peor a lo que se debe vivir”.


A sus 22 años se separó y volvió a trabajar limpiando casas; con un sueldo que iba de los 600 a los mil pesos semanales, cuidó de sus hijos. Detalló que, aunque al ejercer este oficio se ha encontrado con gente que la ha tratado bien y la han apoyado, han sido más los que la han tratado mal.

Comentó que este trabajo es difícil, pues en ocasiones ha laborado de las 6 de la mañana hasta las 9 o 10 de la noche, cargando pesado, comiendo a medias, sin tener un buen descanso ni seguro social; compartió que incluso su trabajo ha sido denigrado por sus patrones y las personas a las que sirve, pero por necesidad ha tenido que aguantar.

“Nos hablan mal, no importa si nos esforzamos por hacerlo bien o por darles gusto, siempre hay algo que no les gusta y nos regañan o nos amenazan que nos van a correr”.

La señora Rosa expresó que le gustaría que hubiese alguna dependencia o sindicato que viera el respeto de sus derechos, para que quienes se dedican a este oficio tengan mejores condiciones laborales. Agregó que la mayoría de las mujeres que se dedican a este trabajo inician a temprana edad y sufren desde abuso físico, hasta violencia sexual.

¿Por qué es incorrecta la expresión ‘empleada doméstica’?

De acuerdo con la Real Academia Española, la palabra doméstica significa ‘de la casa o del hogar’ y [animal] que vive en compañía del hombre, por lo que denominar de esta manera a las mujeres que trabajan en servicios de limpieza resulta denigrante y peyorativo.

Debido a que las clasifica como un objeto doméstico, que le pertenece a una vivienda y por ende a otra persona, haciendo alusión a la esclavitud, además de que se intuye que se trata de alguien que solo sirve para actividades domésticas.

Por lo tanto, el uso correcto es personal de limpia o limpieza y trabajadoras del hogar.

Y en todo momento, las personas que contratan sus servicios deben referirse a ellas por su nombre, evitando caer en denominaciones como: mucama, chacha, sirvienta, criada, muchacha, entre otros.

ERV

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