El emblemático Mercado Libertad, ubicado en el barrio de San Juan de Dios, Guadalajara, vivió el pasado miércoles una jornada marcada por el nerviosismo y la movilización de locatarios. Ante el rumor de una posible redada en el marco de la “Operación Limpieza” impulsada por el gobierno federal, los comerciantes comenzaron a empacar sus productos y vaciar sus bodegas, dejando decenas de locales cerrados.
Desde temprana hora, los comerciantes comenzaron a retirar mercancías como ropa, calzado, bolsas y bisutería, temiendo un operativo sorpresa similar al realizado recientemente en Tepito, Ciudad de México. La movilización fue especialmente intensa en San Juan de Dios, conocido como el mercado más grande de América Latina, además de ser un epicentro comercial del occidente del país.
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Un comerciante, que prefirió mantenerse en el anonimato, relató que desde las ocho de la mañana muchos locatarios decidieron guardar su mercancía en otros lugares rentados o prestados. En las calles contiguas, como Dionisio Rodríguez, se observó una gran cantidad de cajas y bolsas siendo trasladadas lejos de los puestos habituales.
El rumor no solo afectó al mercado de San Juan de Dios, sino también a la cercana zona comercial de Obregón, donde varios locales bajaron sus cortinas de manera preventiva. Aunque finalmente no se registró la presencia de fuerzas de seguridad, el ambiente de incertidumbre y temor dejó en evidencia la vulnerabilidad de estos comerciantes frente a los operativos gubernamentales.
“¿Sabes cómo han sido los operativos?”, llegan los federales, con órdenes de Ciudad de México de noche y abren los locales que quieren; la última vez para Levi’s, ellos abrieron los locales que quisieron y se llevaron camiones con toneladas, por eso dicen que nos roban, pero en la noche, nunca han dado la cara en el día, yo los años que tengo aquí, jamás…”, declaró una locataria del Libertad.
¿Qué obstáculos enfrenta la lucha contra la piratería?
Francisco Jiménez Reynoso, investigador en temas de seguridad de la Universidad de Guadalajara, explicó que los operativos contra la piratería enfrentan grandes obstáculos debido a la corrupción y las filtraciones de información.
“Los muchos operativos que se están planeando, que regularmente son secretos, pero todos saben cuándo van a llegar, entonces la autoridad tiene su estrategia, pero también los vendedores las tienen, y obviamente que tienen mercancías en otros lugares, no son tontos”, señaló el especialista.
La piratería, un problema profundamente arraigado en México, es difícil de erradicar debido a su conexión con la pobreza, la falta de acceso a productos legales y en muchos casos, la complicidad de autoridades locales. Según el académico, la protección de ciertos sectores del gobierno local a cambio de pagos por parte de los comerciantes es un secreto a voces que obstaculiza cualquier esfuerzo real por combatir este fenómeno.
El mercado de San Juan de Dios recibe diariamente a cerca de 50 mil visitantes y al año acumula un flujo estimado de tres millones de personas. Muchas de ellas provienen de diversas partes del país para abastecerse de mercancía, en su mayoría productos de imitación a bajo costo.
“Incluso vienen camiones de diversos puntos del estado, específicamente a comprar lo que es pirata, y que algunas son réplicas muy similares a las originales, pero a muy bajo precio”, agregó Jiménez Reynoso.
¿Cuál es el verdadero problema de la piratería?
A lo largo del día, y pese a la ausencia de fuerzas federales, algunos comerciantes optaron por reabrir sus locales de manera limitada. Los productos más fácilmente identificables como piratería, como termos de marcas reconocidas y réplicas de bolsas, fueron retirados de los mostradores, dejando solo mercancías de menor riesgo, como playeras de la Selección Mexicana.
Sin embargo, el problema de fondo sigue siendo complejo. De acuerdo con el informe Piratería en México del Observatorio Nacional Ciudadano, 21 por ciento de los mercados identificados como centros de venta de piratería se encuentran en Jalisco, con San Juan de Dios como uno de los más destacados. Además, se estima que células del crimen organizado participan directa o indirectamente en estas actividades, ya sea mediante la distribución de mercancía o el cobro de piso a los locatarios.
“Es un secreto a voces, que también ya está ahí el cobro de piso, y la autoridad tiene que estar agregada para no afectar a las personas intentan de algún modo u otro ganarse la vida, ¿verdad? Y que son golpeadas de diferentes ángulos”, concluyó Jiménez Reynoso.
El caso de San Juan de Dios no es aislado. Representa una realidad nacional en la que la piratería, lejos de ser solo un problema comercial, refleja desigualdades económicas y sociales que el país no ha logrado resolver. A pesar de las iniciativas gubernamentales, el mercado seguirá siendo un punto de resistencia frente a las medidas federales, mientras las condiciones de fondo permanezcan sin cambio.
AM