Santa Inocencia, una figura venerada en la Catedral de Guadalajara, es un personaje enigmático cuya historia mezcla leyenda y realidad. Celebrada cada 23 de noviembre, su historia está rodeada de misterio y devoción. Aunque no se conocen detalles precisos sobre su nacimiento y muerte, se le recuerda como una virgen y mártir cristiana.
A lo largo de los años, ha surgido una leyenda popular en torno a su figura, vinculada a la estatua yacente de una niña vestida de blanco, lo que ha dado lugar a una conmovedora tradición de fe en Guadalajara.
¿Cuál es la leyenda de Santa Inocencia?
Según varios feligreses, Santa Inocencia era una niña que deseaba fervientemente recibir su primera comunión, pese a la oposición de su padre, quien la castigaba severamente por su fe. Un día, mientras volvía de la escuela, escuchó oraciones en una casa cercana y, al asomarse, descubrió que allí se enseñaba el catecismo. Intrigada y decidida, comenzó a asistir en secreto, aprendiendo sobre la fe católica y preparándose para el sacramento.
Con el tiempo, una monja que impartía las clases notó la dedicación de Inocencia y compadeciéndose, la invitó a formar parte de la clase. Cuando llegó el momento de recibir la comunión, Inocencia dudaba sobre si contarle a su padre. La monja la aconsejó diciéndole: “Es mejor tener al bien aliado, que al mal”. Así, en el día señalado, Inocencia se presentó en la Catedral de Guadalajara con un vestido blanco de encaje, regalo de la monja, y recibió la comunión junto a otros niños.
Al regresar a casa para compartir su felicidad con su padre, la tragedia se hizo presente. Según la leyenda, su padre al enterarse, la atacó con un cuchillo. Los vecinos, alertados por un grito, encontraron el cuerpo sin vida de la niña y lo trasladaron a la Catedral de Guadalajara, donde había recibido la comunión horas antes. Desde entonces, su figura yace en la catedral, atrayendo a miles de fieles que dejan ofrendas y regalos cada año.
¿Cuál es la verdadera historia de Santa Inocencia?
Sin embargo, detrás de esta leyenda se encuentra una historia distinta. Roberto, curador de arte de la Catedral de Guadalajara, explica que Santa Inocencia fue en realidad una joven italiana, mártir durante las persecuciones contra la iglesia católica. Sus restos fueron enterrados en el cementerio de Santa Ciriaca en Roma, y en 1786, como era costumbre en la época, los restos de mártires cristianos considerados santos fueron exhumados y distribuidos como reliquias a otros templos.
El cuerpo de esta doncella, de entre 16 y 17 años, fue llevado a México en 1788 por un sacerdote. En la Catedral de Guadalajara, sus restos humanos están representados en la figura de cera de Santa Inocencia, aunque la mayoría de la estructura es cera, con solo los brazos y un poco de sangre molida como partes humanas verdaderas. La apariencia de la figura, que no se adhiere completamente al molde de cera, crea una ilusión de cuerpo momificado, lo cual ha llevado a muchos a creer que se trata del cuerpo de una niña.
Las reliquias de Santa Inocencia fueron autenticadas por el Obispo Fray Antonio Alcalde y enviadas en un primer momento al templo de Santa Mónica por el canónigo Vicente Flores. A lo largo de los años, esta historia y su leyenda se entrelazaron, y hoy en día, Santa Inocencia sigue siendo un símbolo de fe para los tapatíos, quienes la honran con ofrendas, vestidos, coronas y hasta donativos.
La figura de Santa Inocencia, con su vestido blanco y su expresión serena, permanece como un recordatorio de la devoción y el misticismo que rodean a ciertos personajes religiosos. Más allá de la historia real o la leyenda, Santa Inocencia es una parte importante de la cultura y religiosidad de Guadalajara, manteniendo viva una tradición de fe y esperanza entre sus fieles.
AM