A lo largo de 33 años, J. Concepción Alejo Aguilera fue el encargado de arreglar cada una de las prendas que el Arquitecto Benavides utilizaba durante el Telediario Nocturno.
Se conocieron hace más de 50 años en un hotel del Centro de Monterrey, pero fue hasta 1990 cuando se convirtió en su sastre de cabecera.
"Siempre le arreglaba las mangas de los sacos y nada más dos veces le hice yo los trajes porque todos los compraba hechos o se los regalaban y esos se los arreglaba yo.
"Él fue mi cliente, como el quinto cliente que tuve aquí y le seguí arreglando la ropa por muchos años; era muy espléndido y a veces quería tratarlo yo como a un amigo, pero no me dejaba y decía que este era mi trabajo", recordó.
Además de lo laboral, los unía la pasión por la política y por ayudar al prójimo. Los sábados pasaban horas platicando y compartiendo sus puntos de vista sobre la vida.
"Él sabía que yo cerraba aquí a las 3:00 de la tarde y se venía conmigo a platicar de lo que a él le fastidiaba, le mortificaba de los malos gobiernos, coincidíamos en eso y platicábamos mucho. Los sábados jugaba softball y después de sus juegos se venía para acá", dijo.
A partir del 2003, el 'Arqui' como lo llamaba de cariño, le llevaba calendarios del Telediario Institucional algunos firmados con mensajes de aprecio que Don Alejo conserva como un tesoro.
"Cuando empezaron a salir los calendarios estos empezó a traerme y me los dedicaba, me traía como 20 calendarios cada año y se los regalaba a mis clientes y mandaba para mis tierras también", agregó.
Sastre del Arquitecto Benavides recuerda regalo que le dio en pandemia del covid-19
La pandemia por covid-19 fue una temporada complicada para el sastre, quien con lágrimas en los ojos recordó cómo de forma inesperada su entrañable amigo le tendió la mano sin que él se lo pidiera.
"La señorita Tania Romero vino y me trajo un sobrecito color manila y no lo abrí, nada más me dijo que me lo mandaba el Arquitecto para que comprara unos frijoles y manteca, me mandó 6 mil pesos; esa anécdota la tengo muy presente porque yo se los quise pagar, el trabajo no se lo quería cobrar y me dijo 'no, no, llévese una cinta y cuando nos encontremos allá con San Pedro me toma las medidas y con eso me va a pagar'", comentó.
La última vez que se vieron fue en agosto, cuando el Arquitecto le llevó cerca de 10 pantalones que necesitaban reparación, posteriormente su plática siguió a través del WhatsApp, siendo el domingo la última vez que entablaron comunicación.
Más que un cliente, Héctor Benavides se convirtió en un amigo al que don Alejo recordará siempre por su alegría, amabilidad, humanidad e innumerables cualidades que lo caracterizaban.
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