Miles de visitantes se dirigieron hasta el municipio de Mina, Nuevo León, para rendirle culto a José Fidencio Constantino Síntora, mejor conocido como el Niño Fidencio.
José Fidencio fue un hombre que curaba a las personas, originario de Guanajuato, quien llegó hasta la comunidad de Espinazo, en el mencionado municipio.
A través de redes sociales, algunos regios compartieron su visita a través de imágenes y videos, donde se podían observar algunas peregrinaciones, incluso personas llegando hasta donde está la supuesta tumba del Niño Fidencio, la cual está ubicada en la hacienda donde vivió desde que llegó a Mina.
De acuerdo con algunos seguidores, Fidencio hizo una promesa antes de morir: regresaría a sanar a los enfermos, lo cual hace ahora a través de sus ministros, llamados “cajitas” o “materias”.
Durante octubre y marzo de cada año, la población de Espinazo, ubicado en Hidalgo, Nuevo León, llega a recibir hasta 70 mil peregrinos que acuden en busca de sanación, el pago de una manda, o por simple devoción a la ahora conocida Iglesia Fidencista Cristiana.
Al día de hoy su culto se ha extendido por todo de México y el sur de Estados Unidos.
¿Cuál es la historia del Niño Fidencio?
Se trata de un mexicano que nació en 1898 y, debido a la Revolución Mexicana, llegó hasta la comunidad Espinazo de Mina en 1921, quien fue llamado “niño” por no desarrollarse sexualmente, ser lampiño y tener la voz aguda.
De acuerdo con una revista de divulgación editada por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), José Fidencio se estableció como peón en una hacienda que era de Teodoro Von Wernich, donde curó a los trabajadores que vivían ahí, además, sanó al mismo dueño de la hacienda de una enfermedad que los médicos no supieron diagnosticar.
Ante esto, Von Wernich le tomó una foto a Fidencio y lo publicitó como sanador y taumaturgo en los periódicos de Monterrey. Fue ahí donde comenzaron las visitas de personas de Coahuila y Nuevo León que esperaban ser atendidos por él en 1927, conocido en ese entonces como “Taumaturgo de Espinazo”.
Incluso se dice que, en 1928, el entonces presidente de México, Plutarco Elías Calles, acudió con él para una curación.
El Niño Fidencio elaboraba hierbas, tés y pomadas para sanar a las personas, además operaba con vidrios e hilos desde cataratas en los ojos y tumores.
El Niño Fidencio nunca cobró por su trabajo ya que se consideraba sólo un intermediario entre Dios y las personas que trataba.
El 19 de octubre de 1938, a la edad de 40 años, José Fidencio murió en Espinazo, y actualmente su tumba prevalece dentro de la hacienda de Teodoro, pues la gente no permitió que se llevaran el cuerpo, convencidos de su resurrección.
Nadie sabe cuál fue el mal que acabó con su vida, sin embargo, algunos informes dicen que fue por una crisis hepática, pero su certificado de defunción establece que fue por una fiebre.
elmm