El Milan regresó este martes de la mejor manera posible a los octavos de la 'Champions' tumbando al Tottenham gracias al gol de Brahim Díaz en un partido en el que el conjunto 'rossonero' volvió a sentirse importante en un gran escenario, en el que recuperó la esencia que le llevó a lo más alto de Italia la pasada temporada y la confianza perdida en los últimos meses.
Recibió el Giuseppe Meazza el partido como el más grande de la temporada. Y es que los 'rossoneri' escucharon el himno de la 'Champions' en unos octavos de final nueve años después de la última vez. La espera había sido demasiado larga como para no vivirla con esa intensidad que también pusieron los jugadores de ambos equipos sobre el verde.
Comenzó la primera parte con el agitamiento y nerviosismo habitual y propio de la fase de la competición. Faltas, interrupciones, duelos muy físicos y pequeñas imprecisiones que hicieron que ningún equipo se impusiera claramente sobre el otro, aunque con el tempranero tanto de Brahim (m.7), que condicionó el partido y desató la locura por parte de la hinchada local.
Atacó el espacio Theo Hernández y se midió en un duelo aéreo con el Cuti Romero en las inmediaciones del área. Con más fuerza, determinación y convicción que el argentino, el francés se quedó con la posesión y encaró puerta sin ver que Saelemaekers estaba en boca de gol para empujarla. Decidió disparar, pero Foster la sacó con el pecho y dejó rechace en el punto de penalti, donde apareció desde segunda línea Brahim para, en dos tiempos y tras una espectacular mano del meta inglés, rematar con la testa a placer y abrir el marcador en el minuto siete.
Celebró Pioli en el banquillo con intensidad, consciente de que el gol le acercaba al partido que a él le interesaba, liberándose de la tensión acumulada tras una etapa de crisis en la que encadenó siete partidos seguidos sin conocer la victoria y que puso en cuestión su puesto como líder del banquillo milanista.
No salieron a especular ni Conte ni Pioli en el duelo de técnicos italianos, pero el local se valió del tanto para ceder un poco más de posesión al conjunto inglés, que intentó sin éxito conectar con Son y Kane en la zona de tres cuartos.
Y es que en cuanto los 'Spurs' encadenaban dos pases en zona de peligro o Kane recibía de espaldas, aparecía la zaga milanista para cortar la jugada. Kjaer se emparejó con Kane y lo paró a base de faltas, mientras que Thiaw fue un muro inexpugnable en un partido que le consagró como central de garantías para Pioli.
Con la posesión, creció poco a poco un conjunto londinense, pero no consiguió generar peligro, maniatado por una línea de tres centrales que esta vez sí dio sus frutos a los de Pioli, y un Tonali omnipresente en el centro del campo. Leao, junto a Brahim, se encargó de sacar el máximo provecho a las contras y respondió a las recientes críticas sobre su nivel encarando con acierto por el perfil zurdo, recordando a su mejor versión, la que necesita el Milan en este tipo de partidos.
Reaccionó el Tottenham en la segunda mitad, aprovechando los metros cedidos por el Milan, acumulando hombres en el área y obligando a la zaga local a exigirse al máximo, aunque dejando espacio para la velocidad de Leao y Brahim, que acompañados de Giroud forzaron las amarillas del Cuti y de un Dier que se perderá el partido de vuelta.
Sin embargo, pese al dominio inglés, fue de nuevo el Milan el que gozó de las ocasiones más claras. Fueron seguidas, en menos de un minuto, y pudieron suponer la tranquilidad en los minutos finales si De Ketelaere y Thiaw hubieran acertado con sendos remates de cabeza a placer. También Leao pudo poner la sentencia, pero un mal control mandó a limbo la oportunidad.
Perdonó el Milan y le tocó sufrir, pero frustró a un Tottenham venido a menos en su regreso a unos octavos de final de Liga de Campeones en el que, más allá de la victoria, se respiró un aire diferente a lo vivido este último mes y medio en liga. El Milan volvió a ser el Milan. El Milan volvió a lo grande.
AM