"¡Esto es 'soccer', esto es 'soccer'!", cantaba la hinchada estadounidense, mientras su equipo, trabajado y físicamente impoluto, exhibió en el campo las costuras de una Inglaterra a la que se le ha caído la careta de favorita con un partido plano, triste y aburrido (0-0).
Inglaterra volvió a dar su peor cara, esa que le ha hecho descender en la Nations League y por la que tanto se critica a Gareth Southgate. La constante sensación con la que Inglaterra convive es la de que una de las mejores generaciones en décadas está desaprovechada, está a expensas de algún destello de calidad de los enormes futbolistas que atesora.
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Cuando esto no ocurre, el resultado es un partido plomizo, como el de este viernes en Al Khor. El vacile estadounidense desde la grada, riéndose de la eterna discusión: si football o soccer, no era un pasatiempo para evitar mirar lo que ocurría en el campo. Era la prolongación de una Estados Unidos que estaba maniatando a sus 'hermanos' y siendo mejor equipo. Solo les faltó definir.
Weston McKennie, que se comió al doble pivote Bellingham-Rice, empaló mal en el punto de penalti, en el primer toque de atención de Estados Unidos, y Christian Pulisic, en un zambombazo desde dentro del área, se topó con el larguero. Inglaterra se tenía que conformar con un disparo desviado de Kane y una oportunidad perdida por Mount, tras una buena combinación entre Bellingham y Saka.
Pero todo el poderío ofensivo de los ingleses, derrochado ante Irán, se diluyó, y Estados Unidos, a base de imponer físico y de presionar la salida de balón, se hizo con el partido. Merecieron mucho más los estadounidenses, incansables y capaces de apretar un ritmo y una intensidad durante 90 minutos que desesperó a la hinchada inglesa. Cuando Maguire y Stones se cansaban de pasarse el balón entre ellos, llegaron los primeros abucheos.
Tan solo dos partidos de Mundial y los ingleses ya están hartos de su selección. Y para más inri, ante la incredulidad del respetable, Southgate, con un soporífero 0-0 y con la intención de recuperar el medio, quitó a Bellingham, su mayor talento en el medio, dejó a un Mason Mount olvidable, y metió a Jordan Henderson.
El experimento no funcionó y demostró una vez más que a Southgate lo que le salvan son los resultados. Unas semifinales de un Mundial y una final de la Eurocopa san sentido a su puesto, pero sus decisiones sobre el campo y la forma de juego de Inglaterra cuestionan el talento de una generación sin precedentes en la pérfida Albion.
Inglaterra no dio un sorpresón como hace 72 años, cuando dejó virtualmente eliminados a los ingleses en Brasil 50, pero si les dio una lección y les puso sobre la mesa una realidad: el fútbol estadounidense ha evolucionado y es capaz de desactivar el inglés.
Inglaterra mantiene la primera posición del grupo y una victoria ante Gales en el último partido le valdrá para pasar a octavos como primera; Estados Unidos queda tercera, a un punto de Irán, que con su triunfo ante Gales ocupa la segunda plaza.