Romelu Lukaku apareció cuando más le necesitaba su equipo. Cuando el empate ante el Oporto era lo más probable, emergió la versión de ese ariete belga que fue la estrella del Inter hace no tanto. Con un gol clave en San Siro, Lukaku tumbó al Oporto (1-0) y acercó los cuartos de final al Inter.
Comenzó en San Siro un partido lleno de incertidumbre, de miedos y de respeto. Tanto al rival como a la competición. Inzaghi y Conceincao fueron los únicos que regalaron una sonrisa antes de término de los noventa minutos y fue en el saludo previo, en un reencuentro entre dos excompañeros en aquel Lazio que ganó el 'Scudetto' en el 2000.
Entre el reparto de posesiones poco fructíferas se fueron soltando los nervios en ambos conjuntos, fueron floreciendo tímidas ocasiones de las botas de los más valientes. Otavio puso el peligro de los lusos, mientras que el balón parado fue el mejor aliado 'nerazzurro'.
Se desarrolló con una clama tensa el choque hasta que llegó la jugada que provocó que los jugadores descargaran toda la tensión en el Meazza. En un ataque prometedor del Inter, Darmian fue al suelo tras sentir el contacto de un defensor dentro del área. El Inter tiró la pelota fuera para que el colegiado revisara la jugada y cuando éste dejó claro que no había nada que valorar, Otavio puso el balón en juego con picardía, aprovechando que el combinado interista estaba descolocado.
El árbitro paró el juego porque Onana tenía otro balón en las manos, pero los jugadores del Inter fueron a echar en cara a Otavio su jugada, lo que desencadenó una tangana que se saldó con amarilla para el propio Otavio -que a la postre sería su condena- y otra para Dimarco.
Ya con los dos equipos metidos de lleno en el partido llegó, justo antes del descanso, la más clara para los locales. Un remate de Bastoni, en otra jugada a balón parado, que sacó bajo palos Diogo Costa con el antebrazo, exhibiendo sus reflejos, su instinto, con una parada de videojuego clave en un momento fundamental.
Saltaron ambos equipos tras el descanso enchufados, de nuevo repartiéndose el dominio pero, esta vez, con el Oporto liderando las ocasiones más peligrosas.
Y es que si Diogo Costa hizo una parada valor gol para los suyos, Onana no quiso quedarse atrás y rubricó una doble intervención salvadora en la misma jugada que dejó perplejo a Taremi.
La doble tentativa despertó a un Inter que solo había gozado de una ocasión en la segunda mitad. También los cambios de Inzaghi, que introdujo a Brozovic y a Lukaku para dar un aire fresco al centro del campo y a la línea ofensiva.
Funcionó el plan del técnico. Ambos entraron con el pie derecho, cambiando la cara de sus compañeros, el juego de su equipo y generando ocasiones que provocaron el empuje de San Siro. Una situación que se vio beneficiada con la segunda amarilla de Otavio por una falta. El primer paso para el gol.
Necesitó ese pequeño empujón de verse con uno más para empezar a creerse superior a un Oporto que fue de más a menos en ataque pero que mantuvo la solidez defensiva, con un Pepe de nuevo haciendo de mariscal de la zaga pero que no pudo evitar que Lukaku volviera a sentirse importante. Remató al palo de cabeza, pero no perdonó el rechace y desencadenó la locura de San Siro a falta de cuatro minutos para el final.
Para esto recuperó el Inter a Lukaku. Para las grandes ocasiones, para los momentos difíciles. Un delantero que apareciera cuando se le necesitaba. No había podido demostrarlo hasta ahora el belga, mermado por las lesiones, pero eligió el mejor escenario para reivindicarse, acercando a los suyos a unos cuartos que no disfrutan desde hace ya doce años.
AM