El París Saint-Germain y el Benfica se neutralizaron en el Parque de los Príncipes, en un partido plano que se resolvió con dos penaltis y en el que todas las miradas estuvieron pendientes de Kylian Mbappé después de que se filtrara que quiere abandonar el club de la capital francesa.
Tras la derrota de la Juventus de Turín ante el Maccabi, la victoria colocaba en octavos de final al que ganara el partido, pero ninguno de los dos fue capaz de hacerlo, aunque ambos están en una posición envidiable para conseguirlo en las dos jornadas que restan.
El duelo, carente de volumen, se resolvió con un gol de Mbappé y otro de Joao Mario, ambos de penalti, ante el escaso número de ocasiones que tuvieron.
Los portugueses mantiene su condición de invictos en la temporada en todas las competiciones y los franceses encadenan un tercer duelo consecutivo sin victoria, algo que no hacían desde la temporada 2016/17 con Unai Emery en el banquillo.
Todos los ojos estaban en el dorsal "7" de Mbappé, colocado de nuevo el en pivote de un tridente en el que el español Pablo Sarabia ocupó el puesto de Lionel Messi, ausente por lesión por segundo partido consecutivo.
Sin el argentino, el hombre más en forma del inicio de temporada en el PSG, Mbappé aprovechó para ocupar más terreno, para sentirse más desatado, una libertad que ha reclamado y que, según los medios, es uno de los argumentos que fundamentan sus ganas de partir. Acabó incluso en la banda izquierda antes de ser sustituido al borde del final.
Levemente silbado al inicio, muestra de que la paciencia de la grada tiene un límite, pronto recibió las aclamaciones del público, al que levantó de los asientos con sus carreras, a menudo servido por Neymar, como si ambos quisieran desdecir su presunta mala relación.
El partido no brillaba y ninguno de los dos contrincantes lograba imponer su ritmo, lo que abocaba al aburrimiento roto solo por alguna incursión momentánea.
En una de ellas, en el 38, Juan Bernat llegó hasta el fondo del área y Antonio Silva le derribó de forma evidente. Penalti que Mbappé transformó para convertirse en el máximo anotador de la historia del PSG en Liga de Campeones por delante del uruguayo Edinson Cavani.
Los lisboetas trataron de dar más intensidad al partido, controlaron el balón mientras el PSG se conformaba con detener la ofensiva.
El empate llegó en una jugada anodina en la que Verratti pisó en el área a Rafa Silva, algo que pasó inadvertido al colegiado, pero no al VAR, que tras verificación del árbitro, señaló la pena máxima, que transformó Joao Mario.
Impotente, el PSG aprovechó el tiempo para saldar alguna cuenta. Mbappé se echó a la banda izquierda de forma evidente, lo que arreglaba la mitad de sus quejas, porque dejó de ser pivote, pero todavía no se ha ganado el derecho a jugar por su deseada izquierda.
Las aceleraciones del atacante siguieron siendo el principal atractivo del duelo, pero la defensa portuguesa siguió sólida, dura con el francés y con Neymar, que trató de romper por el otro lado.
Al contragolpe Drexler dispuso de la mejor ocasión lisboeta, pero el tramo final fue del PSG, que apretó en busca de la victoria. Mbappé marcó en fuera de juego y dio esperanzas a la grada. El francés, el hombre que más dio que hablar en el partido, salió en el 90, sin que el público diera un veredicto claro sobre su figura.
AM