La llegada oficial de los ETF de ETH el mes pasado ha supuesto un punto de inflexión en el precio del Ethereum. Sin duda, uno de los grandes motivos es que la criptomoneda se ha hecho bastante más accesible tanto para minoristas como para inversiones institucionales y esto se traduce en una mayor solidez de su legitimidad.
Hoy se puede afirmar que, pese a su juventud, tanto Bitcoin como Ethereum han adquirido la categoría de activos de valor. Además, ambos se articulan dentro de redes descentralizadas e independientes de las entidades centrales convencionales lo cual supone para muchos un atractivo especial por ser una alternativa a los sistemas tradicionales.
No obstante, aunque a menudo ambas monedas se plantean como rivales, en realidad, podríamos decir que hoy son alternativas totalmente complementarias pues, por una parte, Bitcoin ha pasado a considerarse un activo de reserva o de inversión y, por la otra, Ethereum, ha pasado a ser una plataforma para aplicaciones descentralizadas o DApps, DeFi y contratos inteligentes. Además, esta última ha adquirido una condición relativamente más volátil debido a su mayor flexibilidad y exposición a la innovación.
Al mismo tiempo, la popular criptomoneda presenta algunas debilidades. Por ejemplo, cuenta con una cierta inmadurez en lo relativo a su proceso de gobernanza. Este vincula a todos los tenedores de tokens ETH permitiéndoles participar a través de asambleas las propuestas que podrían influir en la plataforma. Sin embargo, este sistema ha dado pie a ciertas controversias en tanto que se pone en duda el equilibrio entre la eficiencia y la descentralización.
Por otra parte, el abrupto crecimiento de su popularidad ha derivado en un gran desafío: La escalabilidad. Cada vez, la red necesita proporcionar mayor cobertura para soportar las transacciones de una demanda creciente pero, al mismo tiempo, sin poner en riesgo la seguridad o la descentralización.
Aunque, tal y como hemos mencionado, la narrativa entre Bitcoin y Ethereum ha posicionado a ambas en una relación de rivalidad, con el tiempo las cosas han cambiado. Si bien es cierto que los precios de ambas han podido moverse en conjunto, esto no suele ser así lo cual proporciona la posibilidad de diversificar portafolios a los inversores que apuestan por ambas.
¿Un crecimiento accidentado?
Para muchos, Ethereum se posiciona como una de las opciones de inversión más interesantes y con mayor proyección a futuro. De hecho, analistas de El banco Británico, Standard Chartered, creen que antes de que acabe el año su cotización se situará próxima a los 8000 dólares. Estas previsiones, se habrían hecho antes de que se hiciese pública la aprobación de los ETF al contado de ETH por parte de la SEC.
Standard Chartered cree que esta noticia podría traer consigo importantes inversiones que se moverían en valores de entre 2.39 y 9.15 millones de ETH durante el primer año lo cual se traduciría en una horquilla de entre 15.000 millones de dólares y 45.000 millones.
El vaticinio parte de la idea de que pueda producirse fácilmente un incremento accidentado de su valor y conservar la relación del 5,4% con Bitcoin. Esto significa que dicha valorización estaría directamente vinculada con el incremento de valor que se espera para Bitcoin durante este año.
Sea como sea, no debemos pasar por alto que este crecimiento en el mercado se ha materializado con la alteración de las expectativas en los fondos cotizados en bolsa. Dicho optimismo se tradujo en una valorización de ETH en más de un 20% sobrepasando los 3.900 dólares en dos meses.