Mientras los desfiles de alta costura de primavera de París entraban en su tercer día, Jennifer López se aseguró de que el poder de los diseños de las pasarelas fuera igualado por el poder de una audiencia VIP.
La cantante y actriz llenó de energía el Palacio de Tokio, llegando en el último minuto al espectáculo de Elie Saab en medio del caos. Ella y otros conocedores de la moda presenciaron una exhibición del trabajo del diseñador libanés que evocaba la complejidad de las medinas del norte de África.
La alta costura, la fábrica de ideas de la industria de la moda, es la antigua tradición de producir prendas a precios exorbitantes y hechas a medida para las mujeres más ricas del mundo.
¿Cómo vivió Jennifer López la pasarela en París?
Con una capa floral adornada y un escote atrevido, López se maravilló (y ocasionalmente se balanceó) desde la primera fila de Saab mientras ritmos vibrantes acompañaban la brillante oda a Marrakech.
La famosa lució un nuevo corte de cabello que dejó sorprendidos a todos los presentes.
Esta temporada, Saab no reinventó la rueda, ni tenía intención de hacerlo. Se trataba de alta costura clásica, en tul arenisca, lila celeste, rosa nube ruborizado y pasteles moteados, con motivos arabescos sobre follaje dorado. Los vestidos de gasa y crepé que llegaban hasta el suelo tenían una sensación atemporal, sin un guiño a las tendencias de temporada.
Los invitados tomaron fotografías mientras pasaba una falda gigante y amplia de color rubor en forma de tulipán invertido, cubierta con cientos de flores tridimensionales delicadamente bordadas.
En otros lugares, la colección tejió elementos divertidos como una fusión de técnicas tradicionales de kimono con la elegancia drapeada que se encuentra en la ropa árabe clásica.
Cuando el vestido de gran final hizo su entrada, la línea entre lo sensacional y el espectáculo se difuminó. El impresionante vestido de novia, con una cola bordada de varios metros de largo, cautivó a todos. Pero en una señal reveladora del panorama actual de la alta costura, no estaba claro si los invitados con cámaras estaban más cautivados por la exquisita artesanía, o simplemente por la reacción de López ante ella.
Las paletas de colores inspiradas en la naturaleza a menudo se abandonaban por tonos más oscuros, lo que reflejaba un estado de ánimo de encanto de otro mundo. La pieza principal, un top de punto grueso en forma de red adornado con monedas de metal, hizo eco del talento de Nakazato para las joyas escultóricas y otros accesorios dramáticos. Combinado con una chaqueta a cuadros con paneles deconstruida, evocaba la armadura samurái, un guiño tanto a la artesanía tradicional como a la estética de vanguardia.