DALLAS. — Ahora que Texas puso fin al requerimiento de usar mascarillas, la florista Lucy Alanis está pensándolo dos veces antes de consentirse como lo ha hecho en Dallas durante la pandemia del coronavirus: Con una salida ocasional a comer.
“Supongo que tengo un poco de miedo”, dijo Alanis, de 27 años.
El impacto de la decisión del gobernador Greg Abbott de relajar muchas de las restricciones del estado contra el Covid-19 — tuiteando que “Texas está abierto al 100%” — comenzó a tomar forma el miércoles después de que los comercios eliminaron algunas medidas de seguridad, los líderes municipales sopesaban nuevas salvaguardas y los cinco millones de alumnos del estado continúan bajo la orden de utilizar mascarillas por el momento.
Pero aún se desconoce cómo se verá la vida diaria en Texas la próxima semana luego de que el estado tomó algunas de las medidas más drásticas en el país para revertir las restricciones, en especial el requerimiento en el uso de mascarillas que, de acuerdo con los expertos, es una de las maneras más efectivas para evitar la propagación del virus.
El presidente Joe Biden también reaccionó a la decisión del segundo estado más grande del país de revertir las restricciones para casi 30 millones de habitantes, señalando que era “una manera de pensar al estilo de los Neandertales”.
El requerimiento para usar mascarillas — que ha estado vigente desde julio — y los límites al número de personas en restaurantes y tiendas minoristas, concluyen el 10 de marzo. Algunos comercios ya anunciaron que de todas formas no permitirán el ingreso de clientes sin mascarillas, mientras que algunos usuarios de las redes sociales comenzaron a llevar hojas de cálculo con los distintos requerimientos para cada lugar.
¿Comprar en Target? La mascarilla sigue siendo obligatoria. ¿Acudir a la mayor cadena de tiendas de alimentos de Texas, H-E-B? Se alienta a cubrirse la cara, pero no es forzoso.
Se trata de una prueba más para los comercios que han pasado apuros para hallar un equilibrio entre la seguridad y la supervivencia durante el último año.
El jefe de policía de Houston, Art Acevedo, dijo que sus agentes seguirán usando mascarillas. Arremetió contra Abbott por su decisión, y le preocupa que haya más encuentros agresivos, como el ocurrido en diciembre cuando un cliente que fue confrontado por no llevar mascarilla en un bar de Houston reventó un vaso en la cabeza de un empleado.
“Tristemente, podemos ver la llegada de más conflictos”, comentó Acevedo. “Creo que mucho de esto será autoinfligido”.
Abbott dijo que la “vigilancia personal” entre los residentes del estado sigue siendo fundamental, pero que las órdenes ya no eran necesarias, e hizo énfasis en la creciente disponibilidad de las vacunas. El miércoles, las autoridades de salud de Texas anunciaron que los maestros y los trabajadores de cuidados infantiles ya pueden acudir a ser inoculados.
El virus ha matado a más de 43.000 personas en Texas, la tercera mayor cifra de fallecimientos en el país, sólo por detrás de California y Nueva York. Al igual que en la mayor parte de Estados Unidos, los números de nuevas infecciones y hospitalizaciones han caído rápidamente en las últimas semanas luego de alcanzar niveles históricamente altos en enero. Pero la cifra de muertes sigue siendo significativa, con casi 300 adicionales reportadas el miércoles.
De cualquier forma, las autoridades federales de salud advierten que la pandemia está lejos de llegar a su fin y que los estados no deberían bajar la guardia. Incluso uno de los asesores de Abbott no estuvo de acuerdo con la medida.
“No creo que sea el momento adecuado”, señaló el doctor Mark McClellan, exdirector de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés), quien también dijo en un correo electrónico dirigido a The Associated Press que no se le consultó antes de anunciar la decisión. “Texas ha estado alcanzando verdaderos avances, pero es demasiado pronto para una reapertura total y dejar de usar mascarillas”.
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