La mexicana Paola Shietekat Sedas tenía el trabajo de sus sueños, estar dentro del Comité Organizador del Mundial de Qatar 2022, pero nunca se imagino que esto la llevaría a un calvario fuera de su país.
La economista y antropóloga sufrió de abuso sexual en el país asiático, y por denunciar, fue sentenciada a siete años de prisión y a recibir 100 latigazos.
LA HISTORIA
Paola Shietekat contó su historia en un artículo publicado por Julio Hernández 'Astillero' el pasado 8 de febrero, en donde alzó la voz para dar a conocer su caso, ya que el gobierno mexicano en Qatar no hizo nada para ayudarla.
“El 6 de junio de 2021 me encontraba trabajando en Catar como economista conductual en el Supreme Committee for Delivery and Legacy, entidad responsable de organizar el mundial de 2022. Esa noche, un conocido, que consideré amigo, de la comunidad latina en Doha se metió a mi departamento mientras yo dormía”, describió en el sitio web Julio Astillero.
“Después de un forcejeo breve, pues su fuerza sobrepasaba la mía, terminé en el piso. Horas después, me salieron moretones en todo el brazo izquierdo, el hombro y la espalda. Mantuve la cabeza fría: le avisé a mi mamá, a un colega del trabajo y documenté todo con fotos, para que mi memoria, en un intento de autoprotección, no minimizara los eventos o borrara por completo parte de ellos. Y denuncié”.
Cabe destacar que la denuncia la realizó con pruebas, certificado médico y en compañía del Cónsul de México en Qatar Luis Ancona. Horas después, la citaron en la estación de policía, en donde se encontraba su agresor.
El agresor se defendió con el argumento de que era su novia y que habían tenido relaciones sexuales consensuadas, por lo que le exigieron una prueba de virginidad, ya que en Qatar las relaciones extramaritales son castigadas.
“En Qatar, tener una relación extramarital se paga con hasta siete años de cárcel, y en algunos casos la sentencia incluye cien latigazos. De un momento a otro, mi denuncia ya no importaba. La policía refirió el caso a la fiscalía pública, único lugar donde tuve un traductor. Todo se centró alrededor de la relación extramarital, mientras que, bajo mi abaya, la túnica que me recomendaron usar para parecer una ‘mujer de buena moral’, seguían las marcas, moradas, casi negras. Mi abogada casi no habló. Al final, tuve que entregar mi teléfono, desbloqueado, a las autoridades, si no quería ir presa”, comentó.
Paola destacó que el Supreme Committee le ayudó a salir del país. Su telefono ya no tenía importancia, aunque había grabado testimonios y los envío a Human Rights Watch para que publicaran el caso en caso de que la arrestaran.
“Nunca había respirado con más alivio que cuando me sellaron el pasaporte. En México, paró la adrenalina y empezó un proceso más lento, aunque igual de complejo y doloroso.
AM