El 10 de abril se llevará a cabo la primera vuelta de las elecciones francesas, en las que se decidirá entre doce candidatos que presidirán el país. Los favoritos son el presidente actual Emmanuel Macron y la líder de extrema derecha, Marine Le Pen. Una campaña electoral extraordinaria, en medio de una invasión en Ucrania, y poco tiempo después de la quinta oleada de covid-19.
Alrededor de 49 millones de electores son invitados a las urnas para las elecciones del 10 de abril. De acuerdo a los últimos sondeos, el liberal Macron lograría en torno al 26 por ciento de votos, mientras que la ultraderechista Le Pen, con cerca del 24 por ciento.
No obstante, en la clausura de una campaña eclipsada por la invasión rusa en Ucrania, en donde Macron ha participado como interlocutor occidental con Vladímir Putin, presidente de Rusia, el resto de los principales candidatos se resistieron a rendirse. Por lo que el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, el ultra Éric Zemmour y la conservadora Valéria Pécresse trataron de convencer a indecisos y abstencionistas.
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Macron continúa siendo el favorito, quien en 2017 duplicó los votos de Le Pen, con 66 por ciento frente a 34 por ciento, sin embargo, esta vez los sondeos están más igualados. El centrista ganaba por 12 puntos en enero e incrementó su ventaja hasta 16 luego de la invasión de Ucrania, pero desde entonces, la derechista recorta terreno.
Cabe destacar que Macron, quien entró en campaña tarde manifestando la gestión de la crisis de la invasión en Ucrania, ha tratado de recuperar el tiempo perdido y contener su caída en las encuestas, que le brindan hasta seis puntos menos que hace dos semanas en la primera vuelta de los comicios y que le dan un margen que roza el empate técnico en la segunda.
El presidente considera que la candidata de la Agrupación Nacional defiende un programa racista que busca polarizar la sociedad. Sin embargo, Le Pen negó este tipo de contenidos en su programa, alegando que no tiene una sola propuesta que discrimine a los franceses.
De igual forman, Le Pen se defendió de la controversia preferencia nacional, que quiere coronar en la Constitución y con la que busca priorizar a los franceses cuando estén en igualdad de condiciones con un extranjero frente a un empleo o a la atribución de una vivienda social u otro tipo de ayudas.
AA