SALT LAKE CITY. — Separados por paneles de plexiglás, el vicepresidente republicano Mike Pence y la aspirante demócrata Kamala Harris discutieron el miércoles sobre el manejo de la pandemia por parte del gobierno del presidente Donald Trump, en un debate que puso en evidencia las visiones contrastantes de sus respectivos partidos para una nación en crisis.
“El pueblo estadounidense ha atestiguado cuál es el mayor fracaso de una presidencia en la historia de nuestro país”, arremetió Harris, mientras Pence, quien dirige el grupo de trabajo del gobierno contra el coronavirus, negaba con la cabeza.
Pence reconoció que “nuestra nación ha pasado por momentos muy desafiantes este año”.
“Quiero que el pueblo estadounidense sepa que, desde el primer día, el presidente Trump ha puesto en primer lugar la salud de Estados Unidos”, dijo Pence, quien prometió que para finales de año habrá millones de dosis de un tratamiento que aún no se ha anunciado.
Los candidatos debatieron en un auditorio en el que los asistentes que se rehusaran a utilizar mascarilla debían dejar el lugar, un contexto extraordinario para el único debate vicepresidencial de 2020.
A fin de cuentas, el encuentro fue una oportunidad para que los votantes decidan si Pence o Harris, senadora federal por California, están listos para asumir los deberes de la presidencia antes de finalizar el próximo mandato. Difícilmente se trata de una pregunta retórica: El presidente Trump tiene 74 años y convalece de COVID-19, mientras que Joe Biden, de 77 años, no ha contraído la enfermedad pero sería el mandatario de mayor edad en la historia del país.
Por esas y otras razones, el debate vicepresidencial en la Universidad de Utah se convirtió en uno de los más importantes de los últimos años. Se presentó en un momento particularmente precario para los republicanos, debido a las crecientes inquietudes de que la posición de Trump se esté debilitando mientras más de una decena de funcionarios de la Casa Blanca, el Pentágono y de su campaña se encuentran enfermos de COVID-19 o están en cuarentena.
Rezagados en las encuestas, Trump y Pence no pueden darse el lujo de perder tiempo, ya que el día de las elecciones es en menos de cuatro semanas, y millones de estadounidenses ya están votando de manera anticipada.
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SALT LAKE CITY. — Separados por paneles de plexiglás, el vicepresidente republicano Mike Pence y la aspirante demócrata Kamala Harris discutieron el miércoles sobre el manejo de la pandemia por parte del gobierno del presidente Donald Trump, en un debate que puso en evidencia las visiones contrastantes de sus respectivos partidos para una nación en crisis.
“El pueblo estadounidense ha atestiguado cuál es el mayor fracaso de una presidencia en la historia de nuestro país”, arremetió Harris, mientras Pence, quien dirige el grupo de trabajo del gobierno contra el coronavirus, negaba con la cabeza.
Pence reconoció que “nuestra nación ha pasado por momentos muy desafiantes este año”.
“Quiero que el pueblo estadounidense sepa que, desde el primer día, el presidente Trump ha puesto en primer lugar la salud de Estados Unidos”, dijo Pence, quien prometió que para finales de año habrá millones de dosis de un tratamiento que aún no se ha anunciado.
Los candidatos debatieron en un auditorio en el que los asistentes que se rehusaran a utilizar mascarilla debían dejar el lugar, un contexto extraordinario para el único debate vicepresidencial de 2020.
A fin de cuentas, el encuentro fue una oportunidad para que los votantes decidan si Pence o Harris, senadora federal por California, están listos para asumir los deberes de la presidencia antes de finalizar el próximo mandato. Difícilmente se trata de una pregunta retórica: El presidente Trump tiene 74 años y convalece de COVID-19, mientras que Joe Biden, de 77 años, no ha contraído la enfermedad pero sería el mandatario de mayor edad en la historia del país.
Por esas y otras razones, el debate vicepresidencial en la Universidad de Utah se convirtió en uno de los más importantes de los últimos años. Se presentó en un momento particularmente precario para los republicanos, debido a las crecientes inquietudes de que la posición de Trump se esté debilitando mientras más de una decena de funcionarios de la Casa Blanca, el Pentágono y de su campaña se encuentran enfermos de COVID-19 o están en cuarentena.
Rezagados en las encuestas, Trump y Pence no pueden darse el lujo de perder tiempo, ya que el día de las elecciones es en menos de cuatro semanas, y millones de estadounidenses ya están votando de manera anticipada.
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