Los mercenarios amotinados de la milicia rusa Wagner dieron marcha atrás en su avance hacia Moscú, después de una jornada de caos aprovechada por las tropas ucranianas para lanzar nuevas incursiones en zonas tomadas por Rusia.
Desde el anuncio de la rebelión en el suroeste de Rusia, los hombres de Wagner, una milicia privada dirigida por Yevgueni Prigozhin, se mostraron en tres regiones rusas: Rostov, Voronezh y Lipetsk.
El ejército ruso llevó a cabo operaciones de "combate" en la región de Voronezh, a medio camino entre Moscú y Rostov. Y la capital rusa reforzó las medidas de seguridad y anunció que el lunes sería feriado, para reducir los movimientos en la ciudad.
Vladimir Putin, condenó la "traición" de Prigozhin y alertó del riesgo de una "guerra civil" en pleno conflicto con Ucrania.
La escalada parecía imparable, pero Prigozhin ordenó por la noche a sus hombres dar media vuelta, para evitar un baño de sangre.
"Ahora es el momento en que la sangre puede correr. Por eso [...] nuestras columnas dan media vuelta y vuelven en la dirección opuesta para regresar a los campamentos", declaró en un audio colgado en Telegram.
Decenas de rusos ovacionaron a los milicianos de Wagner frente al cuartel general de Rostov, informaron.
En las redes sociales cundieron rumores de que Putin había abandonado Moscú, pero su portavoz aseguró que estaba "trabajando en el Kremlin".
Poco antes del anuncio del jefe miliciano, el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, aliado de Rusia, aseguró que había obtenido el acuerdo de Prigozhin para "detener los movimientos" de sus hombres.
En medio de esa confusión en Rusia, el ejército ucraniano lanzó maniobras ofensivas en varias direcciones contra las fuerzas rusas en el frente este y realizó nuevos avances, anunció el ministerio de Defensa.
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El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, afirmó que la rebelión de la milicia de mercenarios demuestra la "evidente" debilidad de Rusia y destacó que su país está protegiendo a Europa "del mal y el caos" rusos.
Ucrania lanzó en los últimos días una contraofensiva para recuperar territorios conquistados por Rusia desde el inicio de la intervención militar en la exrepública soviética, en febrero de 2022.
Rusia advirtió a las potencias occidentales contra cualquier intento de "aprovechar" la rebelión de Wagner para promover una agenda antirrusa y aseguró que el motín no le impediría "alcanzar sus objetivos" en el conflicto de Ucrania.
Prigozhin advirtió que contaba con 25 mil efectivos decididos a llegar "hasta el final" y "destruir todo lo que se interponga" en su camino.
"Estamos muriendo por el pueblo ruso, que debe ser liberado de quienes bombardean a la población civil", afirmó.
El jefe de Wagner dijo que sus hombres fueron bombardeados por el ejército ruso cerca de la línea de frente con Ucrania y acusó al ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, de haber ordenado esos ataques.
Unas acusaciones que son una mera "provocación" y "no se corresponden con la realidad y son una provocación", replicó el Ministerio de Defensa.
Dicho grupo es el responsable de la ocupación rusa en las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk y de Zaporiyia y Jersón también respaldaron al mandatario ruso ante el levantamiento miliciano.
El empresario opositor ruso en el exilio Mijaíl Jodorkovski llamó en cambio a la población a apoyar la rebelión de Prigozhin, alegando que se debía defender "incluso al diablo" si este decide enfrentar a Putin.
El gobierno ruso dijo que llegó a un acuerdo con el grupo paramilitar Wagner, que había iniciado un levantamiento armado contra Moscú, para "evitar un baño de sangre".
JB