Un juez de Guyarat, India, condenó a cadena perpetua a un joven por transportar ganado vacuno en un camión hacia un matadero clandestino en el estado de Maharashtra.
Desde hace 10 años, la protección de la vaca se ha ido incrementando de manera drástica en diferentes asambleas estatales, con la complicidad de magistrados, una notable diferencia en comparación con los tratos de crímenes contra la mujer o los parias.
Pese a que esto ocurrió en julio de 2020, la sentencia se dictó hasta noviembre del año pasado para Mohamed Amin, de 22 años, y apenas esta semana trascendió, luego de una publicación en portales de leyes. Los medios locales en India hicieron eco por algunas de las incongruencias con las que el juez ha compuesto su sentencia de 24 páginas.
Por su parte, el presidente del tribunal, Samir Vinodchandra Vyas, mencionó que “el día que no se derrame ni una gota de sangre vacuna, se disiparán todos los problemas de la Tierra”. Además, después de alabar los presuntos efectos benéficos de la orina de vaca, confirmó que “la ciencia ha demostrado que las casas recubiertas con boñiga de vaca no se ven afectadas ni siquiera por la radiación nuclear”.
De acuerdo al jurista, el ganado estaba siendo transportado sin pienso ni agua, así como tampoco con un kit de primeros auxilios, por lo que un toro y una vaca habrían muerto de inanición, por lo que Amid también tendrá que pagar una multa equivalente a uno 5.500 euros.
A pesar de que India es una democracia, es verdad que la casta brahmánica continúa acaparando los cargos judiciales, de manera abrumadora en las instancias superiores.
La devoción a la vaca nunca ha sido universal en India. La ternera ha sido parte de la dieta de musulmanes, cristianos, parias, aborígenes e incluso hindúes, cuando se lo han permitido. Pero el bienestar de la vaca se ha convertido en reclamo para ganar simpatizantes por el populismo hinduista, hegemónico desde 2014.
AA